Confieso que titubeé en cuál comunidad publicaría estas últimas divagaciones mías, y que probablemente, luego de su lectura, haga eco en otras almas que aspiran, al igual que yo, a ser mejores de las que son ahora. Y es que el tema del dinero, impacta, a pesar de nuestras más nobles objeciones, en la calidad de vida que llevamos.

Sé que estos son espacios que instan a los pensamientos y las experiencias que agreguen valor a los demás en el propósito de alcanzar bienestar y salud desde una perspectiva holística, y por esto, es que me decanté a compartirlos con vosotros, aquí, desde la crítica sana y constructiva. Así que, de antemano, perdonarme si discrepan conmigo.

Habrás escuchado que ser rico es malo, que es más rico el que menos necesitas, que la frugalidad es el camino a la felicidad; y me parece, al primer vistazo, que cada una de esas expresiones encierra una verdad relativa, mas no absoluta, cuando me lo pienso mejor.

Podríamos abordar el tema, dispénseme que los involucre, desde una óptica general, pero de lo que se trata, es de discernir de cómo el dinero incide en la libertad individual, y no sobre el constructo social del sistema que garantiza que tu libertad encaje con el de los demás en la igualdad de derechos y deberes.

¿Te has preguntado qué tan libre eres? O debería replantearlo, ¿de qué tan libre crees que eres?

En este momento, meto mis manos en el bolsillo, y no hay ni billetes, ni monedas. ¡Vaya, qué tonto soy! Vivimos en la era del dinero digital. Abro mi billetera electrónica… ¡Qué ironía! Es el reflejo de mi bolsillo. Solo espero que el vuestro esté repleto.

Necesito ir a visitar a mis amigos, pero... ¿Cómo pago el ómnibus? ¡Pues hombre! Tendré que caminar: son solo 35 kilómetros de ida. ¿Y la vuelta? Ya veré si uno de ellos me da un préstamo. Para eso son los amigos. Si no, a caminar para completar los 70, y luego, me iré a la cama, cansado y ejercitado.

¡¿Qué estoy diciendo?! ¿Qué dirán mis amigos?: ¿Estás loco? ¿Tan arruinado estás?

¡No! Mejor me quedo en casa, y les mando mensajes al privado.

Díganme, ¿a dónde quedó la libertad en este simple ejercicio retórico?

Sí, en el mundo actual, uno necesita dinero, físico o digital, para casi todo.

Entonces, ¿qué malo tiene aspirar a ser rico?

Alguna vez viste a un indigente ser obeso.

No es que busque asirme a los extremos. De cualquier manera, en algún sitio escuché o leí que los extremos se tocan. Estarán de acuerdo conmigo, en estos predios, en que, tanto los excesos como las carencias, enferman al plantearlo en términos alimenticios.

¿Dónde queda la libertad del flaco indigente y la del gordo adinerado?

Podrás argüir, en que el problema no es el dinero. Que en ambos casos, la enfermedad es una consecuencia de malas decisiones y la coincidencia de circunstancias, ya sean favorables o adversas. Que el dinero es solo un instrumento para facilitar las relaciones entres los seres humanos.

Además, podrías plantearme que ser rico y frugal no son excluyentes. Bueno, el pobre es frugal a la fuerza, y el rico por conveniencia. Así que, en estas condiciones es cuestionable el ejercicio de la libertad.

Creo que estoy perdiéndome entre las ideas, pero al fin y al cabo, divagar es eso. En todo caso, el dinero, instrumento o no, determina a los seres humanos en el sistema actual. El que no lo quiera, tendría que luchar por ser ermitaño y autosuficiente. Pero para la desdicha de estos, el sistema no lo permite. Desde que uno nace ya se carga con el influjo de donde provenimos. Bueno, al menos, eso dicen la sociología y la cuestionable ciencia política.

Aquí te estarás diciendo: ...de acuerdo, o no lo comparto. ¿A qué viene toda esa perorata? ¿De qué me sirve tus pensamientos? ¿Cuál es el valor que quieres aportar? ¡Nada de lo que has dicho es nuevo o innovador!

En tal sentido, y sin la intención de ofenderte, te pregunto: ¿Cuánto vales?

¿No me digas que vas a tantear tu bolsillo, o a consultar tu billetera electrónica?

Si es así… Te aseguro que tendrás más que yo, y por ende, valdrás más que yo. Ser pragmático no tiene nada de malo, como tampoco el aspirar a ser rico.

El problema radica en cómo uno emplea esa riqueza.

No se trata de salir, ahora, a regalar el dinero a manos llenas. Esto sería un total despilfarro. No tengo que mostrarte los ejemplos de sistemas fallidos inspirados en esto. Claro, ser generoso y solidario con el desvalido es muy loable y deseable, sin perder la brújula. El adagio chino atribuido a Confucio de enseñar a pescar, es mejor que darle el pescado tiene total prevalencia.

De lo que se trata, es de tomar consciencia de la utilidad del dinero, y de las grandes cosas que puedes lograr con este. En donde la libertad y sabiduría de elección adquiere un rol preponderante en lo individual que impacta en el bien colectivo.

No obstante, entiendo también, lo fácil que le resulta a algunos acumular dinero, y en consecuencia poder y emplearlo mal. Bueno, no es tan fácil, puesto, sino, todos seríamos ricos. Aquí me abate lo fácil de sucumbir a la tentación del deseo desmedido, y desdeñar la satisfacción de la justa necesidad.

Intuyo que me quedo corto en mis cavilaciones escritas aquí. Y es que la relación entre el dinero y la libertad individual da para muchos pensamientos más. Pero no quiero abrumarlos por ahora. Si algo nos queda claro es la inmensa desigualdad entre nosotros en virtud del sistema imperante que no satisface las necesidades de las mayorías, mientras pocos realizan sus deseos más extravagantes.

¿Quién sabe si nos aproximamos (con lentitud) a la armonización de cuerpo y espíritu? Y en el futuro, prevalezca lo espiritual: Dónde el dinero no determine la libertad de las personas. Incluso, deje de existir. De ser así, la libertad dejaría de ser una quimera.