Crisis en Navidad: ¿Cómo mantener la calma y encontrar la felicidad en medio del estrés económico? (SPA-ENG)

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En plena recta final para las festividades de fin de año, muchos recordamos las pasadas. En especial, de cuando se era niño y las luces de colores y música de tradición decembrina, anunciaba el misterio de los regalos de manos de mitológicos seres bonachones para celebrar una época de buena voluntad para la humanidad. Quizás, eran otros tiempos y la cornucopia alcanzaba para todos. No lo sé. Al menos así lo vivió mi familia y parientes entrados en la segunda mitad del siglo pasado. Bueno, pensándolo bien, como niños; uno no está muy pendiente de cómo se sostiene un hogar. Nuestros héroes (papá y mamá) tienen todo bajo control.

Ahora, con nietos a cuestas, apreciamos en retrospectiva las angustias y carreras de últimas horas que nuestros padres daban para darnos unas Navidades mágicas. Sí, perdida la inocencia, enfrentamos la primera gran decepción: el Niño Jesús, San Nicolás, y los Reyes Magos; fueron los disfraces que encauzaron el amor para vernos sonreír. Años después, muchos de nosotros actuamos igual en favor de nuestros propios hijos. Una vuelta de rueda. En la actualidad, las condiciones económicas recrudecidas hacen muy difícil emular los festines de otrora. La nostalgia nos invade y un sentimiento de impotencia aumenta ante la llegada de la pobreza.

Sí, la economía golpea a la mayoría de las familias en pleno siglo 21. Mucho avance en la ciencia y en lo tecnológico; y, sin embargo, la desigualdad campea por doquier. Claro, confieso, no es un fenómeno estrictamente moderno. Basta con ceñirnos al famoso cuento de Navidad de Charles Dickens para ejemplarizar en la ficción los reales acosos financieros que causan estragos en los más pobres desde hace milenios. Mas estarás de acuerdo, en que los niveles de cortisona y las otras asociadas, aumentan el sufrimiento psicológico ante la incertidumbre de proveer los días festivos para los más jóvenes y, por qué no, para nosotros mismos. Ya ni con el endeudamiento, ni se debe en realidad.

En tal sentido, en esta situación, uno, en primera instancia, debe procurar ante todo la calma. Si bien, existe una presión social de la égida del consumismo estacional que nos induce como imperativo comprar: los adornos y las luces para armar el árbol de Navidad, los regalos de intercambios, los ingredientes para la cena de Noche Buena y las bebidas espirituosas, y otras más que escapan a mi memoria; también es muy cierto que tan solo son medios para la celebración de la unión fraternal y la reconciliación. De cualquier modo, lo importante está en el amor, como pilar fundamental que sustenta la convivencia, incluso, en la más severa escasez, encontrar la felicidad más allá de lo material.

Podrás disentir con lo argumentado. Estoy consciente. No tienes por qué ser estoico, ni conformista. Lo entiendo. Pero, qué ganas en este instante si tus alforjas están vacías con lamentarte o llenarte de ira. Tal vez seas responsable, directa o en indirecta, por ello. Si, en cambio, tus bolsillos están repletos, me alegro mucho por ti, y te deseo mucha felicidad en estos días, aunque sé que a veces, por no tan extrañas circunstancias, algunos pobres aparentes pudieran superarte. No se me malentienda. No se trata de establecer niveles en la felicidad, ni mucho menos en condicionarlo, no. ¡A ver, creo que me estoy envolatándome! El dinero no determina la felicidad, no niego, que ayuda en mucho; pero no es una condición sine qua non para lograrlo. Aquí, entra la resiliencia, en sobreponernos a las circunstancias y contagiar a los demás la alegría y la esperanza por unos tiempos mejores.

Por lo tanto, uno debe evitar priorizar la billetera para comprar lo que te marca la propaganda. En cambio, maximizar la atención en compartir actividades de bajo costo y hasta gratuitas, como, por ejemplo, una noche de cuentos o chistes en la intimidad de tu hogar, o salir a pasear en familia por algún parque o centro comercial, y llenarnos de la energía de las risas y los saludos que debieran abundar en estos días; y si no es así, uno debe generarlo, esto debería ser la prioridad.

¿De las tradiciones? ¡Qué más! Intentar conservar las que en realidad sean valiosas, excepto, aquellas que sean productos de la mercadotecnia masiva de estos días.

Para concluir, el motivo de la Navidad, que por cierto es la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret, debe trascender a lo económico, es una época para fortalecernos para afrontar la adversidad si este fuere nuestro caso. Aunque, no podamos escapar a los disparadores del estrés, y cierto nivel de angustia, podemos asirnos de los valores más sublimes para ver las oportunidades que también se abren. Mantener la esperanza y arar los caminos procurando disfrutar el viaje: aquí encontraremos la felicidad verdadera.

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Un breve ensayo original de @janaveda inspirado en el post sobre Las Crisis de nuestro amigo @emiliorios

La portada fue creada por mí usando Mac Keynote con base en:

Las imágenes de Prawny y de kloevers en Pixabay


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Crisis at Christmas: How to stay calm and find happiness amid economic stress

Many of us remember the past in the final stretch to the end-of-the-year festivities. Especially when we were children and the colorful lights and music of the Christmas tradition announced the mystery of gifts from mythological beings to celebrate a time of goodwill for humanity. Perhaps, those were other times and the cornucopia was enough for everyone. I don't know. At least that's how my family and relatives lived in the second half of the last century. Well, come to think of it, as children; one is not very aware of how a home is sustained. Our heroes (mom and dad) have everything under control.

Now, with grandchildren in tow, we retrospectively appreciate the anxieties and last-minute runs our parents gave to give us a magical Christmas. Yes, innocence was lost, and we faced the first great disappointment: Baby Jesus, St. Nicholas, and the Three Wise Men; they were the costumes that channeled the love to see us smile. Years later, many of us act the same for our children. A turn of the wheel. Today, recrudescent economic conditions make it very difficult to emulate the feasts of yesteryear. Nostalgia invades us and a feeling of helplessness increases with the advent of poverty.

Yes, the economy hits most families in the 21st century. Much progress in science and technology, and yet inequality is everywhere. Of course, I confess, it is not a strictly modern phenomenon. It is enough to stick to Charles Dickens' famous Christmas story to exemplify in fiction the real financial harassment that has been wreaking havoc on the poorest for millennia. But you will agree that the levels of cortisone and other associated drugs increase the psychological suffering in the face of the uncertainty of providing the holidays for the youngest and, why not, for ourselves. No longer with indebtedness, nor is it due.

In such a situation, in the first instance, one must first and foremost try to remain calm. Although there is social pressure from the aegis of seasonal consumerism that induces us as an imperative to buy: decorations and lights to build the Christmas tree, gifts for exchanges, ingredients for the Christmas Eve dinner and spirits, and others that escape my memory; it is also very true that they are only means for the celebration of fraternal union and reconciliation. In any case, the important thing is love, as the fundamental pillar that sustains coexistence, even in the most severe shortage, to find happiness beyond the material.

You may disagree with what I have argued. I am aware. You don't have to be stoic, or conformist. I understand that. But, what do you gain at this moment if your saddlebags are empty by lamenting or being filled with anger? Maybe you are responsible, directly or indirectly, for it. If, on the other hand, your pockets are full, I am very happy for you, and I wish you much happiness these days, although I know that sometimes, due to not-so-strange circumstances, some seemingly poor people may overcome you. Don't misunderstand me. It's not about establishing levels of happiness, much less conditioning it, no. Let's see, I think I'm getting wrapped up! Money does not determine happiness, I do not deny that it helps a lot, but it is not a sine qua non condition to achieve it. This is where resilience comes in, in overcoming circumstances and spreading joy and hope for better times to others.

Therefore, one should avoid prioritizing the wallet to buy what the propaganda tells you to buy. Instead, maximize the attention by sharing low-cost and even free activities, such as, for example, a night of stories or jokes in the privacy of your home, or going for a family walk in a park or shopping center, and fill us with the energy of laughter and greetings that should abound in these days; and if it is not so, one must generate it, this should be the priority.

Of traditions? what else! Try to preserve those that are valuable, except for those that are products of the mass marketing of these days.

To conclude, the reason for Christmas, which by the way is the celebration of the birth of Jesus of Nazareth, should transcend the economic, it is a time to strengthen us to face adversity if this is our case. Although we cannot escape the triggers of stress and a certain level of anguish, we can hold on to the most sublime values to see the opportunities that also open up. Keep hope and plow the roads trying to enjoy the journey: here we will find true happiness.

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A brief essay by @janaveda in Spanish and translated to English with www.deepl.com (free version) inspired by the post on Las Crisis by our friend @emiliorios

The cover image was created by me using Mac Keynote based on:

Images by Prawny and kloevers en Pixabay


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Some of my favourite stories around Christmas were about how poor families found happiness in little, simple gifts or what they did for one another. In fact I feel like a lot of the joy and meaning of Christmas got lost in consumerism and competition to spend the most money. When we put the spending aside then we refind the true meaning of Christmas.

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I agree with you that when we put aside expenses, we rediscover the true meaning of Christmas: fraternity and peace for men and women of good will, examples for future generations.

Let's hope that this spirit will spread not only at this time of the year.

Greetings.

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Hola, Javier.
Por lo que veo, ya te visitaron los recuerdos de las Navidades pasadas. Estamos a mano. Recuerdo cuando por estas fechas me llegaba al kilómetro 4 de la Panamericana a comprar turrón en la fábrica de La Marcona en cantidades escandalosas para los parámetros actuales. Otro recuerdo cuando detrás de la puerta de la cocina colgábamos un jamón, del que cada quien se despachaba a su antojo cuchillo en mano, hasta dejar el hueso pelado y en enero preparar unos garbanzos.
Mis hijos no conocieron esos excesos, en cambio, aprendimos juntos a disfrutar de otras maneras.
Siempre recibieron un juguete, mientras fueron niños, pero ropa y zapatos no siempre, en ocasiones solo para el inicio del año escolar. Como la comida es parte primordial de la celebración, en casa se preparaba de casi todo; desde el pan de jamón, el ron con ponsigue y el dulce de lechosa y la jalea de mango, hasta los polvorones. Y en ocasiones el tradicional pernil, quedo reducido a un pollo al horno.

Avatares que nos han tocado asumir con la mejor actitud, este año me preocupa que aún no he resuelto como montar el pesebre, en la maleta solo se vino el Niño Jesús, así que ando buscando sustitutos, pero sin incurrir en gastos. En los últimos años, no montaba arbolito, pero sí el nacimiento, al que siempre le cambiaba la estrella, como he contado en un par de publicaciones.
Esta Navidad se presenta muy distinta, no quiero pensar mucho en el asunto por anticipado. Mañana nos reunimos con la familia y algún amigo cercano, en los próximos días veremos a otros y hasta alguno que vendrá de Chile. Lo que sí imagino, son una cantidad inusitada de videoconferencias.
Algunas tradiciones nuevas junto a las de siempre, las hallacas creo que estarán presentes y nosotros junto a nuestros hijos.

Un abrazo fuerte y Felix Navidad.

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Hola, Félix

Por lo que leo, a ti también te tocó la puerta el espíritu de las Navidades pasadas. Ja, ja, ja. Lo de la factoría La Marcona en la Panamericana no lo sabía, y tantos años transitando por esta. Bueno, mi amigo; este año recibirás unas Navidades en otro contexto para forjar nuevas tradiciones familiares. Lo importante es que estén unidos viviendo del amor para afrontar el porvenir.

No obstante, desde este espacio digital mantendremos el contacto con la venia de Dios.

Saludos.

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¡Dios mío! Cuántos motivos de indentificación me da este escrito.
Pero bueno, creo que lo has dicho todo o casi todo.
La dualidad de celebrar y de hacerle frente a las preocupaciones de diversas índoles en esta época.
Debo decir que s la época más hermosa, hay un aura de unión humana que no hay en ninguna época del año.
Yo tenía motivos para preocuparme si faltaba algún miembro de la familia, y este año papá no estará con nosotros, pero ahora, que ha pasado lo inevitable, veo que hay que vivir de acuerdo a la ley.
Superaremos la ausencia del padre que tan importante es.
No me puedo imaginar ya, diciembre sin preocupaciones económicas, y eso es muy triste.
Pero somos resilientes, no hay duda.
Sigue siendo una crisis, ¡imagínate!, navidad conmo causa de crisis, y aquí, así es...
Gracias por la publicación, amigo @janaveda

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Así es, mi estimado Emilio. Echaremos de menos a los ausentes, ellos estarán con nosotros en el sentimiento y los hermosos recuerdos. Seguro, que tu padre, al igual que el mío, quien partiera en el 2011, estarán en comunión con otros también queridos, ocupados en las faenas concernientes al plano de existencia correspondiente. ¿Y si están en el sueño absoluto? Confió en que están descansando de las andanzas e inconscientes hasta la hora de la resurrección.

Mientras tanto, celebremos la vida que tenemos con dignidad y respecto para con los demás, a pesar de la crisis que toqué aquí.

Un afectuoso abrazo, paisano.

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