Black Friday: Un regalo vacío | Black Friday: An empty gift (SPA-ENG)

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Era día de Black Friday y como de costumbre, Eduardo, había llegado temprano al trabajo. Sentado frente al ordenador, revisaba los pendientes y la mensajería electrónica. Abrió una pestaña del navegador y la arrastró al extremo derecho del monitor para zapear en el sitio de noticias financieras. La chica de la limpieza le llevó una pequeña taza con el café medio tinto que tanto le gustaba.

―Buenos días, señor Eduardo.

―Buenos días, Conchita ―hizo una pausa mientras con cuidado sorbía para no quemarse y agregó ―nada como un café recién colado. Muchas gracias.

―A su orden ―contestó sonriente la muchacha y viendo a su alrededor para cerciorarse que no los escucharan, casi a susurro preguntó si hoy pagarían los aguinaldos.

―Conchita aún no llegan los reyes. Ya veremos.

―Sí, señor, pero recuerde. Hoy es Black Friday.

Eduardo la miró con una leve sonrisa, llevando la mano derecha al mentón cuando, de pronto, el bip de un mensaje entrante hizo que volteara y dejara la taza al lado del amplio escritorio de color caoba.

―Muchacha, te escucharon los reyes. Voy a hacer los preparativos. ―Exclamó, sin mirarla, pulsando el puntero del ratón sobre un icono de una hoja de cálculos.

Conchita sonrió y salió de la oficina del gran jefe fantaseando en que gastaría sus aguinaldos.

El día transcurrió lleno de ajetreos: clientes entrando y saliendo con las bolsas de artículos rebajados con descuentos hasta del treinta por ciento. En sus caras se reflejaba una írrita alegría. En la esquina, el jefe de ventas, con las manos en el teclado, revisaba los ajustes de los precios efectuados a principio del mes.

La hora de cierre llegó y Eduardo a través de los parlantes convocó a los empleados a su oficina para repartirles un sobre blanco personalizado con los nombres de cada uno. Él se notaba tenso y con una expresión sobria. Entregó los sobres y al final notificó entre los presentes la medida de ajuste económico ejecutada en la tarde por el gobierno: una maxidevaluación del cincuenta por ciento con respecto al dólar.

Conchita abrió el sobre. La paga estaba intacta más unos cupones de descuentos de hasta el treinta por cientos timbrados con las palabras: Feliz aguinaldo.

Fin


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Un microrrelato original de @janaveda

Imagen de un-perfekt en Pixabay


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It was Black Friday and, as usual, Eduardo had arrived early to work. Sitting before his computer, he checked his pending tasks and e-mails. He opened a browser tab and dragged it to the far right of the monitor to surf on the financial news site. The cleaning lady brought him a small cup of the half-red coffee he liked so much.

“Good morning, Mr. Eduardo.”

“Good morning, Conchita,” she paused while carefully sipping so as not to burn herself and added, “Nothing like a freshly brewed coffee. Thank you very much.”

“To your order,” answered the smiling girl, and looking around to make sure they were not overheard, she asked almost in a whisper if they would pay the Christmas bonuses today.

“Conchita, the kings have not arrived yet. We'll see.”

“Yes, sir, but remember. Today is Black Friday.”

Eduardo looked at her with a slight smile, putting his right hand to his chin when, suddenly, the beep of an incoming message made him turn around and put his mug down next to the wide mahogany desk.

“Girl, the kings heard you. I'm going to make preparations.” He exclaimed, without looking at her, clicking the mouse pointer over a spreadsheet icon.

Conchita smiled and left the big boss's office fantasizing about what she would spend her Christmas bonus on.

The day went by full of hustle and bustle: customers coming in and out with bags of discounted items with discounts of up to thirty percent. Their faces were filled with unbridled joy. In the corner, the sales manager, with his hands on the keyboard, reviewed the price adjustments made at the beginning of the month.

Closing time arrived and Eduardo called the employees to his office through the loudspeakers to hand them a white envelope personalized with the names of each one of them. He looked tense and had a sober expression. He handed out the envelopes and at the end notified those present of the economic adjustment measure implemented that afternoon by the government: a maximum devaluation of fifty percent concerning the dollar.

Conchita opened the envelope. The pay was intact plus some discount coupons of up to thirty percent stamped with the words: Feliz aguinaldo (Happy Christmas bonus).

The end


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An original short story by @janaveda in Spanish and translated to English with www.deepl.com (free version)

Image by un-perfekt on Pixabay


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Black Friday, otra costumbre anglosajona que poco a poco incorporamos a las nuestras y cotidianas, sin advertir que vamos dejando de lado las propias.
Y entre infladas ofertas, devaluaciones e inflaciones dejan a Concha enganchada.

Espero que el Grinch no te robe la Navidad y disfrutemos de la paz y hermandad más allá de todas la noticias que nos rodean.

Un abrazo fuerte y digital, pero integro, sin devaluar.

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¡Ja! El Grinch de aquí tiene bigote. Como dijo el jefe Eduardo: «Ya veremos».

Feliz fin de semana, mi amigo.

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´´Ya veremos´´ Dijo un ciego, oigo pasos dijo el sordo, y nosotros aquí esperando con disimulo …

Ya es domingo, así que feliz semana.

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