Hasta conocer a Isturra nunca antes había sabido de una persona mayor que viviera sola. Él tenía unos setenta y cinco cuando me mudé a mi nueva casa, hace treinta y cuatro años, era mi vecino y nuestras casas estaban separadas por una pared de poca altura. De manera que era muy fácil comunicarnos.

Por aquel entonces lo normal era que la familia extendida cumpliera su función de acompañar a los ancianos. Era muy raro ver a una persona mayor viviendo sola; casi siempre había algún hijo, sobrino o nieto que se hacía cargo del padre, del tío o del abuelo cuando ya estaba entrado en años.

Pero mi vecino solo tenía como compañía una perra de raza Golden; a su casa no venía ninguna visita y durante mucho tiempo pensé que no tenía a nadie.

Con el correr de los años hicimos amistad. Supe que era ingeniero jubilado, que era viudo y que tenía dos hijas y algunos nietos. Lo que no llegó a confiarme nunca era por qué nadie lo visitaba.

Un día decidí hacer una ampliación para mi biblioteca y tuve que subir la pared que nos separaba. Me preocupaba interrumpir la comunicación con Isturra, así que le pregunté si tenía inconveniente en que abriera una ventana que diera hacia su casa, me dijo que no había problema y se alegró por la propuesta.

Por esa ventana mi esposa y yo estábamos pendientes de él, le suministrábamos alimentos y si pasaba tiempo sin que lo escucháramos comenzábamos a llamarlo. En todo el tiempo que nos tratamos, casi ocho años, nunca supe que estuviera enfermo.

Un día aparecieron unas señoras por su casa, eran sus hijas. Isturra había enfermado y lo trasladaron a un centro de salud. Cuando mejoró no lo devolvieron a su casa sino que lo llevaron a una residencia de ancianos.

Allí lo visité tres veces, me preguntaba por la casa, me manifestaba su deseo de regresar a ella y me di cuenta que su ánimo estaba bastante decaído; antes de cumplir un año en la residencia mi vecino murió.

En estos días he pensado mucho en Isturra, porque ahora la situación en mi sector es diferente, es más frecuente ver ancianos solos. La mayoría de ellos se han quedado sin nadie porque sus hijos y nietos han emigrado del país. La familia extendida va desapareciendo y con ella desaparece también la posibilidad de cuidar a los mayores.

Para estas personas la vida es difícil, salen poco y les cuesta mantener la actividad social, así que se van aislando.

Cuando hablo con ellos les comento con insistencia en lo importante que es mantener la vida social, en que deben salir aunque sea a dar una vuelta por un parque.

Muchos de ellos lo quisieran hacer, me comentan que les gustaría dar una vuelta por el centro, sin embargo, las condiciones no se lo facilitan. Algunos tienen problemas de motricidad o de equilibrio y les da miedo tratar de montarse en las camionetas del transporte colectivo, donde el riesgo de una caída es real.

En nuestro país no hay unidades de transporte adaptadas para las personas mayores y lamentablemente casi nadie los ayuda cuando tienen que “montarse” en una camioneta. Así que se van acostumbrando a no salir de sus casas, lo que les acelera el proceso del envejecimiento.

Al igual que muchos de mis vecinos yo también me he quedado sin hijos ni nietos cerca. A veces también siento la presencia de la soledad. Así que siempre trato de activarme, de no descuidar la vida social. En este sentido estar en HIVE ha sido de gran ayuda para mí, con frecuencia me reúno con hivers de mi comunidad.

Hace pocos días un grupo de hivers organizó una actividad con niños autistas. Mi esposa y yo fuimos a colaborar con los otros amigos de HIVE.

El evento fue realmente maravilloso. Una de las cosas que me impresionó fue ver tantos niños juntos. En ese momento tomé conciencia que tenía mucho tiempo que no compartía con niños. Me di cuenta de lo importante que es la presencia de los niños en la vida de las personas, como su presencia nos alegra la vida y nos devuelve a momentos plenos de energía y esperanza.

Me gusta pensar que en algún momento las cosas serán mejores, que quizá llegue el día en que seremos más considerados con las personas mayores, que la sociedad buscará la forma de hacerles la vida más fácil. Después de todo, hacer más parques donde caminar y tomar el sol y adaptar las unidades de transporte colectivo para facilitar el acceso de los ancianos, no son cosas imposibles. Me gusta pensar que algún día todo esto se logrará.

Gracias por tu tiempo.

Imágenes editadas en HDR Max app y Photoshop.

Until I met Isturra I had never before known of an elderly person living alone. He was about seventy-five when I moved into my new house thirty-four years ago, he was my neighbor and our houses were separated by a low wall. So it was very easy to communicate with each other.

In those days it was normal for the extended family to play the role of companionship for the elderly. It was very rare to see an elderly person living alone; there was almost always a son, nephew or grandson who took care of the father, uncle or grandfather when he was old.

But my neighbor had only a Golden dog for company; no visitors came to his house and for a long time I thought he had no one.

Over the years we became friends. I learned that he was a retired engineer, that he was a widower and that he had two daughters and some grandchildren. What he never told me was why no one visited him.

One day I decided to make an addition to my library and had to raise the wall that separated us. I was worried about interrupting communication with Isturra, so I asked him if he would mind if I opened a window facing his house, he told me there was no problem and was happy with the proposal.

Through that window my wife and I kept an eye on him, we provided him with food and if some time passed without us hearing him we started to call him. In all the time we treated each other, almost eight years, I never knew he was sick.

One day some ladies showed up at his house, they were his daughters. Isturra had fallen ill and they took him to a health center. When he got better they did not return him to his home but took him to a nursing home.

There I visited him three times, he asked me about the house, he expressed his desire to return to it and I realized that his spirits were quite low; before he had been in the residence for a year, my neighbor died.

These days I have thought a lot about Isturra, because now the situation in my sector is different, it is more frequent to see old people alone. Most of them have been left with no one because their children and grandchildren have emigrated from the country. The extended family is disappearing and with it also disappears the possibility of taking care of the elderly.

For these people life is difficult, they do not go out much and it is difficult for them to maintain social activity, so they become isolated.

When I talk to them, I insist on how important it is to maintain a social life, that they should go out, even if it's just for a walk in a park.

Many of them would like to do it, they tell me that they would like to go for a walk downtown, but the conditions do not make it easy for them. Some of them have motor or balance problems and are afraid to try to get on the public transportation vans, where the risk of falling is real.

In our country there are no transport units adapted for the elderly and unfortunately almost no one helps them when they have to "get on" a van. So they get used to not leaving their homes, which accelerates the aging process.

Like many of my neighbors, I too have been left without children or grandchildren nearby. Sometimes I also feel the presence of loneliness. So I always try to be active, not to neglect my social life. In this sense being in HIVE has been a great help for me, I often meet with hivers from my community.

A few days ago a group of hivers organized an activity with autistic children. My wife and I went to collaborate with the other HIVE friends.

The event was really wonderful. One of the things that impressed me was to see so many children together. At that moment I became aware that I hadn't shared with children for a long time. I realized how important the presence of children is in people's lives, how their presence brightens our lives and brings us back to moments full of energy and hope.

I like to think that at some point things will be better, that maybe the day will come when we will be more considerate of the elderly, that society will look for ways to make life easier for them. After all, making more parks for walking and sunbathing and adapting public transportation units to make it easier for the elderly are not impossible. I like to think that someday all this will be accomplished.

Thank you for your time.

Translated with www.DeepL.com/Translator (free version)

All your comments are welcome on this site. I will read them with pleasure and dedication.

Until the next delivery. Thank you.

The photos, the digital edition and the Gifs are of my authorship.

Logo creado por @themanualbot