En mi caso, las situaciones adversas me han inspirado para obtener la mejor versión de mí, sin embargo, le daría mucho crédito a la empatía. Ponerme en el lugar de los otros ha sacado mi mejor versión y quizás sea el motor para seguir mejorando cada día más. Esto de la empatía no lo entendía yo, cuando era niña, mi madre no utilizaba esa palabra para enseñarme a actuar correctamente, pero recuerdo la frase “no le hagas a otros lo que no te gustaría que te hicieran a ti” o “como te sentirías tú si te hicieran tal cosa”. Con los años lo fui asimilando y me volví más comprensiva, en fin, más empática y comprender a los demás para luego darles una mano amiga, eso justamente, hace que florezca la mejor versión de nosotros mismos. Y es que, los años no pasan en vano, la idea es crecer y avanzar.

Hace años, recuerdo que mi primer empleo fue dar cursos de computación, en uno de los grupos estaba un niño. También recuerdo que nadie anotaba nada en aquel curso, tampoco había guías para que al menos se llevaran la teoría y pudieran repasar las clases, fue algo con lo que no estuve de acuerdo. De todas las personas a quienes le dictaba el curso, era al niño a quién más le costaba asimilar la clase y eso comenzó a preocuparme. Entonces, me puse a pensar que toda esa gente no anotaba y la clase quedaría en el olvido, al terminar el curso no se acordarían de nada. A mí no me hubiera gustado un curso así y fue algo que me inspiró a preparar una guía que fui mejorando y se implementó como material de apoyo en aquella academia.