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Como en una película donde los dos reconocidos monstruos de la cinematografía de terror compiten para definir cuál de ellos es el más malo y horroroso y que acabará quedándose con todo, la población argentina debe optar entre dos candidatos que ofrecen una impresión similar en el ballotage a realizarse en pocas semanas para determinar quien finalmente será el presidente de la nación por los próximos 4 años.

Seguramente muchos interesados en la política que no viven en nuestro país se preguntan cómo puede ser que el candidato de los peronistas y kirchneristas haya quedado entre los dos más votados dado que dirigiendo el ministerio de economía desde hace 15 meses no solamente no ha podido bajar la inflación, sino que por el contario la ha acelerado hasta guarismos que rozan la hiperinflación, no se preocupen, aquí el 60% de la población se pregunta lo mismo.

Yo me ubico en ese 60% también así que por mi parte no tendrán un diagnóstico claro del problema, estoy tan desconcertado como más de la mitad de la población, más aún sabiendo que este candidato tiene chances ciertas de ser electo.

Y no solamente estamos desconcertados debido a su malísima performance en economía, sabemos que es una persona que es capaz de cualquier cosa por hacerse del poder, lo conocemos desde hace muchos años y sabemos que ha pasado por todos los partidos políticos, en el año 2015 por ejemplo, enfrentado en las elecciones de ese entonces a los que hoy representa, mencionaba ante quien quisiera escucharlo que no tenía más nada que ver con el partido peronista-kircknerista, aseguraba que "barrería con los ñoquis de La Cámpora..." (SIC) es decir con los integrantes de una organización interna de ese partido liderada por Máximo Kirchner, el hijo mayor de Néstor y Cristina; hoy come de la mano de esa agrupación sabiendo que es una de las llaves para llegar a la presidencia.

Otro tema urticante que escapa a mi comprensión y a la de tantos otros es el de la corrupción, parece que la misma no hace mella en ese partido pese a la enorme cantidad de situaciones descubiertas in fraganti, las últimas dos muy recientes, una cuando se detuvo a un oscuro empleado de la legislatura de la Provincia de Buenos Aires con más de 40 tarjetas de débito de supuestos empleados fantasma donde cobraba sus sueldos para luego repartir lo obtenido en la propia legislatura con los legisladores, en los allanamientos en su casa se encontraron muchas más tarjetas y pruebas de esa metodología. El segundo hecho ocurrido pocos días antes de las elecciones fue protagonizado por el jefe de gabinete del gobernador de esa provincia, paseando en un imponente yate por Marbella con una reconocida "modelo" y exhibiendo regalos costosísimos como relojes y carteras de marcas afamadas supuestamente comprados para el cumpleaños de la dama, un escándalo de proporciones que destapa un esquema de dinero negro de la política.

Nada de eso tuvo repercusiones en la votación, el gobernador fue reelecto y Massa fue el más votado quedando primero para el ballotage al no conseguir la base mínima de votos y porcentaje de diferencia definida por la constitución para ser consagrado en ese momento.

El otro candidato ya lo he descripto en otra oportunidad, un outsider de la política que, con un carácter particular, más cercano a los excesos verbales y a las definiciones extremas que a la tranquilidad y necesaria que se le exige a un candidato a presidente, nos tiene intrigados respecto a si es o se hace. Nadie confía mucho en su ecuanimidad ni en su base partidaria que parece muy escasa para esta situación en la que nos encontramos, una cosa es obtener muchos votos y otra muy distinta tener cuadros partidarios necesarios y suficiente como para gobernar sin sobresaltos un país tan complejo como este.

Por eso amigos en esta próxima segunda vuelta nos vemos obligados a optar más que a elegir, entre el malo y el menos malo, entre Frankenstein y Freddy Krueger dicen muchos.

Esperemos que si tenemos que morir sea rápido y no una lenta agonía.