El convento de los mosquitos

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Los lunes son los días que concurro al microcentro de la ciudad de Buenos Aires, el único día en que mi trabajo es presencial, el resto del tiempo laboral llevo adelante mis tareas desde la comodidad de mi hogar.

Hablando de centro, o microcentro es un término que puede confundir a las personas que no conocen la historia de la ciudad de Buenos Aires, como llamarle "centro" a una zona ubicada casi a orillas del Río de la Plata, muy lejos del verdadero centro geográfico de esta enorme ciudad. El término se usa desde la época de la colonia cuando era un pequeño enclave comunitario, pujante y trabajador alrededor del puerto que servía de entrada y salida del comercio y las comunicaciones con Europa principalmente; en aquella época esta zona era efectivamente el centro de la ciudad, por ubicación y también por su actividad comercial, administrativa y financiera.

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El asunto principal de esta historia se basa es mi gusto por la lectura, cuando llega la hora del almuerzo suelo salir con mi eventual libro y buscar algún lugar tranquilo donde olvidar por un rato los quehaceres laborales y enfrascarme en la lectura de algo interesante.

Dado que prácticamente he pasado toda mi vida laboral en este sector de la ciudad, conozco algunos lugares que mantienen esa característica primordial que busco: tranquilidad y algo de naturaleza con bancos para sentarse cómodamente y leer por fuera de los ruidos y el tránsito endemoniado de la gran urbe.

Sin dudarlo me dirigí al convento de San Ramón Nonato, un lugar que puede pasar desapercibido para todo aquel que no conoce la zona, su pequeña entrada dispuesta en medio de un paredón blanco no augura el enorme y bello parque interno que rodea las instalaciones del convento.

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Lo conozco desde mis inicios como novel empleado del Banco Central, entidad que rige a todas las entidades financieras del país y cuyo edificio y entrada principal se encuentra justo frente al convento; en este preciso lugar estudiábamos todas las tardes luego de los cursos presenciales que hacíamos en la escuela de capacitación de la empresa IBM, el banco tenía un convenio donde se aseguraba las aulas para que nosotros iniciáramos nuestro arduo camino entre los bytes y los bits.

Con la modernidad, también el convento ha trastocado esa seriedad innata de los claustros católicos y ha permitido la instalación de varios restaurantes que aprovechando lo hermoso y relajante del paisaje interno han colocado gran cantidad de mesas bajo las galerías frescas y reparadas, ideal para almorzar en los tórridos veranos de la ciudad.

Me sorprendió ver la poca cantidad de gente sentada en las mesas disfrutando de una buena cocina y el entorno relajante, inmediatamente pensé en la mala situación económica que estamos atravesando y justifiqué la ausencia. Llevaba bastante tiempo sin visitar el lugar, lo recordaba pletórico de comensales disfrutando de una buena cocina en un recreo de sus obligaciones.

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Vi las altas palmeras, los caminos de grava y los asientos casi completamente vacíos, me senté en el primero que observé limpio y comencé a leer. No pasaron más de un par de minutos para comprender el verdadero motivo del porqué de tanta soledad: mosquitos.

El calor y la humedad que no dignan retirarse pese al avance del calendario que indica el comienzo del otoño y las grandes lluvias de las últimas semanas han potenciado aún más, si eso es posible, la invasión de mosquitos. El peligro de la enfermedad del dengue, grave, por cierto, es una enorme preocupación para toda la población que ha agotado las existencias de repelentes, espirales insecticidas, citronela y toda suerte de elemento químico que sirvan para alejar de nuestro cuerpo a esos dípteros de tamaño minúsculo pero cuya picadura, especialmente el de la variedad Aedes aegypti pueden provocar trastornos en la salud que incluyen fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular y de articulaciones y cuyas complicaciones pueden incluso provocar la muerte de las personas.

La explicación a la escasa presencia humana estaba a la vista y yo no me di cuenta hasta que un par de esos pequeños insectos se posaron en mis manos, estaban por todas partes y alertado del peligro decidí cerrar mi libro y retirarme raudamente.

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Derrotado, tuve que hacer lo que no quería, ir a un local especializado en café y pagar lo que no vale un recipiente enorme con un brebaje oscuro, más aguado que el agua, para dedicarle algunos minutos a la lectura, eso sí, a resguardo de los mosquitos.


Mondays are the days that I go to the city's downtown area of Buenos Aires, the only day when my work is in person, the rest of the work time I carry out my tasks from the comfort of my home.

Speaking of center, or microcenter, is a term that can confuse people who do not know the history of the city of Buenos Aires, like calling "center" an area located almost on the banks of the Río de la Plata, very far from the true center. geography of this enormous city. The term has been used since colonial times when it was a small, thriving, and hard-working community enclave around the port that served as an entry and exit for trade and communications with Europe mainly; At that time this area was effectively the center of the city, due to location and also due to its commercial, administrative and financial activity.

The main issue of this story is based on my love for reading, when lunchtime comes, I usually go out with my eventual book and look for some quiet place where I can forget about work chores for a while and get engrossed in reading something interesting.

Since I have practically spent my entire working life in this sector of the city, I know some places that maintain that essential characteristic that I am looking for: tranquility and some nature with benches to sit comfortably and read away from the noise and the devilish traffic of the city. big city

Without hesitation, I went to the convent of San Ramón Nonato, a place that can go unnoticed by anyone who does not know the area, its small entrance arranged in the middle of a white wall does not predict the enormous and beautiful internal park that surrounds the convent facilities.

I have known him since my beginnings as a new employee of the Central Bank, an entity that governs all the financial entities in the country and whose building and main entrance are located right in front of the convent; In this precise place we studied every afternoon after the in-person courses we took at the IBM company training school, the bank had an agreement where the classrooms were secured so that we could begin our arduous path between bytes and bits.

With modernity, the convent has also disrupted the innate seriousness of the Catholic cloisters and has allowed the installation of several restaurants that, taking advantage of the beautiful and relaxing internal landscape, have placed a large number of tables under the fresh and repaired galleries, ideal for lunch in the city's torrid summers.

I was surprised to see the small number of people sitting at the tables enjoying good cuisine and the relaxing environment, I immediately thought about the bad economic situation we were going through and justified the absence. He had not visited the place for a long time, and he remembered it being full of diners enjoying good cuisine during a break from their obligations.

I saw the tall palm trees, the gravel paths, and the almost empty seats, I sat down on the first one that I saw clean and began to read. It didn't take more than a couple of minutes to understand the reason for so much loneliness: mosquitoes.

The heat and humidity that do not deign to retreat despite the advance of the calendar that indicates the beginning of autumn and the heavy rains of recent weeks have further enhanced, if that is possible, the invasion of mosquitoes. The danger of the dengue disease, serious, by the way, is an enormous concern for the entire population that has exhausted the stocks of repellents, insecticidal coils, citronella, and all kinds of chemical elements that serve to keep these dipterans from our body. tiny size but whose bite, especially that of the Aedes aegypti variety, can cause health disorders that include fever, headache, muscle and joint pain, and whose complications can even cause death in people.

The explanation for the scarce human presence was clear and I didn't realize it until a couple of those small insects landed on my hands. They were everywhere and, alerted to the danger, I decided to close my book and quickly leave.

Defeated, I had to do what I didn't want to do, go to a coffee shop and pay what it isn't worth for a huge container with a dark brew, thinner than water, to dedicate a few minutes to reading, of course, in safety. of mosquitoes.




Héctor Gugliermo
@hosgug



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En mi localidad, no existe, o quizás sí (tarea para el hogar), de lugares tan maravillosos, para dedicarle a la lectura y no cabe duda, que esta práctica, hace a un escritor, como usted, cautivar a sus lectores.

Gracias por traer, sus maradonianos entrega, a esta comunidad naciente. ¡Honrado, por su presencia!

Cuando hablo, de textos maradonianos, me refiero a esto:

pagar lo que no vale un recipiente enorme con un brebaje oscuro, más aguado que el agua.

Créame, que me saco una sonrisa y eso, no es fácil de lograr.

Saludos, estimado amigo.

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Gracias querido Marcelo!
Trataré de pasar más por aquí, no solo para escribir, también para leer e interactuar con otras personas de esta comunidad en nuestro país.

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Hermoso lugar! Lastima que hay que ir Indoor que los mosquitos no se andan con jodas! Pero la ciudad esta llena de esas joyas ocultas, muchas casas antiguas tienen esos frontones que no llaman la atención pero por dentro son palacios!

Gracias por compartir

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Así es, también hay muchas terrazas en edificios antiguos que se están usando como restaurantes, miradores y otra serie de atracciones.
Muy interesante este lado oculto de la ciudad.

Gracias por leer y comentar @cre47iv3.

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Justo hoy hablé en mi post de esas joyas arquitectónicas que uno se consigue en diferentes rincones de la ciudad. Ahora este pasa a estar en mi lista por visitar, que ya es extensa.
Habrá que esperar que pase la ola de mosquitos, para poderlo disfrutar en todo su esplendor.

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Si, por favor. Hay una enorme cantidad de mosquitos en ese lugar, mucha vegetación, seguramente agua estancada y el peligro de una picadura que nos enferme.

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Lo recuerdo, fuimos varias veces, pero nunca a almorzar allí.

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No es barato pero he ido a almorzar con Diana y Leo por ejemplo, eso fue después de tu partida hacia tu destino de grandeza.

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¡Amigo @hosgug! Todo un placer saludarle, y tenerlo compartiendo sus experiencias en esta, su comunidad de origen. Es un lugar muy hermoso, pero imagino que será en invierno cuando se pueda pasar a disfrutar de un exquisito café. Me deja con la tentación de ir a conocerlo. Gracias por su gentil visita. Espero poder encontrarme con usted, alguno de esos lunes, libres.😍

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Saludos amiga! también para su hijo. Ya viene la época del pejerrey en el Río de la Plata.

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Querido amigo, @hosgug, me recordaste esa experiencia de pesca tan bonita que tuvieron el año pasado. Solo que hoy noto que hacía más frío, tal vez ya era invierno. Recuerdo que ustedes llevaron sus chaquetas para el frío. Ojalá la puedan repetir. Además, el pejerrey es delicioso, Quiero comerlo así de fresquitos como llegaron. Saludos y cariños.🐟🐟

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Así es amiga @numa26, el pejerrey es delicioso pero es una especie a la que le gusta el agua más fría, de todas maneras la naturaleza funciona por encima del clima y aunque todavía hace demasiado calor para la época y la temperatura del agua se mantiene elevada, las primeras "flechas de plata" ya nadan libre y abundantemente por el estuario.

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¡Oh, qué linda descripción metafórica amigo!, con solo sus palabras, imaginé las aguas brillantes, llenas de peces y ese gran espectáculo plateado. Un abrazo, estamos a la espera de un cafecito en algún lugar, uno de estos lunes suyos. Saludos y cariños.🤗

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