El malestar de la belleza: Trastorno Dismórfico Corporal | Beauty Discomfort: Body Dysmorphic Disorder [ES/EN]
«Para gustos los colores, y para escoger, las flores».
Cuando hablamos de las cosas bellas o pensamos en la belleza, definitivamente nos vienen a la mente numerosos elementos en dependencia de lo que para cada uno de nosotros es bello o merece admiración por serlo. Entonces, se puede decir que la belleza no existe en sí misma, sino que lo es respecto a nuestros propios conceptos de belleza. Por ejemplo, para alguien puede ser bello observar cómo una abeja se posa sobre una flor o cómo flotan las nubes, mientras que para otra persona lo bello puede estar en la llamada naturaleza muerta. Sin embargo, siempre van a existir consensos de lo que es, o debe ser, considerado bello, ya que, al fin y al cabo, somos seres sociales y vivimos en grupo influidos unos por otros.
Es ahí donde la cultura viene a imponer sus propios conceptos de belleza, siempre atendiendo a intereses mayores. Es ahí donde la belleza, al ser algo asumiblemente deseado y gustado por todos y todas, adquiere un carácter de mercancía y se comercializa. Es ahí donde juegan un papel importante las redes sociales con sus selfies y filtros para «embellecer» nuestras apariencias. Claro, se nos ha vendido un ideal de belleza hegemónico occidental que deja claro lo que es bello y lo que no, y cómo o qué hacer para conseguir serlo. Y pues, ¡boom!, nos bombardean con objetos de consumo como vía fundamental para conseguirlo.
En este sistema consumista, es cuando la cultura consigue alienarnos de nuestras propias individualidades al llenarnos de objetos fetichistas que nos empujan a la angustia porque, malas noticias: nada nunca será suficiente para satisfacer el mandato social. De ahí se desprende que suframos; que nuestro cuerpo sufra al convertirse en un terreno de agresión en tanto constructo social mediado por nuestras propias percepciones esta vez distorsionadas. Es por eso que esta vez quiero hablarles del Trastorno Dismórfico Corporal.
Una de sus consecuencias
El Trastorno Dismórfico Corporal (TDC en lo adelante), o dismorfia corporal, es un trastorno en el que la percepción de la persona sobre su imagen corporal es distorsionada, generando sentimientos de minusvalía y un malestar emocional significativo. Se trata de una condición que lleva a la persona que la padece a desarrollar comportamientos repetitivos y que conllevan al deterioro de la vida social, como consecuencia de percibir un defecto ya sea real o imaginario, al que se le da una valencia desproporcionada y que puede incluso que se trate de algo que pase desapercibido a ojos de los demás. Es así como estas personas pueden llegar a mirarse muchas veces en los espejos para comprobar la existencia, o no, de dichos defectos, o, por el contrario, evitar observar la propia imagen, ocultar con ropa o con gestos las partes del cuerpo que resultan desagradables, abuso de la realización de ejercicios físicos, asearse en exceso, rascarse mucho la piel o compararse constantemente con otros. Todos estos comportamientos son fuentes de profundo malestar precisamente porque toman demasiado tiempo en el día, además de la repercusión social que ello significa.
En otras palabras, estas personas parten de ideas sobrevaloradas de sí mismas acerca de sus apariencias físicas, dándole una importancia muy grande a «defectos» que incluso puede que no se tengan, pero de los cuales ellas están convencidas de su existencia y de que los demás los juzgarán por ello. Se trata de sujetos que disfuncionalmente buscan la perfección de sus cuerpos sin tomar en cuenta que todos los cuerpos son imperfectos. Es ahí donde, en dependencia de la sociedad y el poder adquisitivo, pueden incluso llegar a caer en la dependencia cada vez más acusada, de cirugías estéticas porque, nuevamente, nada será nunca suficiente para detener el malestar con sus cuerpos.
Este trastorno recientemente se ha incluido dentro del espectro obsesivo-compulsivo dada su naturaleza. Se trata de una entidad nosológica que se instala por lo general en la adolescencia, justo cuando el grupo de coetáneos adquiere una gran relevancia. Sin embargo, está asociado a experiencias en dicha etapa de humillación, bullying, acoso sexual, lesiones o enfermedades físicas y burlas que tomen como objeto a la apariencia física, que tendrán un importante impacto en la autoimagen y la autoestima. Todo esto, sumado a lo que ya se había hablado sobre los estándares culturales de belleza y el uso de redes sociales, constituyen factores de riesgo.
La naturaleza obsesivo-compulsiva está en que la persona con TDC posee ideas (obsesiones) acerca de la existencia de defectos imaginarios o muy poco relevantes en su cuerpo que son fuente de profundo malestar, mientras que tiende a desarrollar rituales (compulsiones) para intentar, sin éxito, eliminarlos, como son todas las conductas anteriormente descritas que ocupan mucho tiempo en el día a día, llevando a esta persona al deterioro social. Además, las personas con TDC desarrollan ansiedad social dado el malestar que supone mostrarse en público exhibiendo los defectos que se cree que se tienen, llegando al aislamiento para evitar el posible rechazo social, y depresión por el sentimiento de minusvalía pudiendo llegar al extremo del suicidio.
Según un estudio, el TDC se observa en ambos sexos, pero con prevalencia en la población masculina, mientras que en la femenina lo que predomina es el Trastorno de la Conducta Alimentaria, con el cual mantiene varias similitudes porque ambos parten de una insatisfacción con la imagen corporal a raíz de la influencia cultural y los cánones de belleza. Sin embargo, el TDC en los hombres tiende a ser más severo.
Una observación importante: un criterio en (de)construcción...
Nuestros cuerpos son nuestra habitación más privada, nuestro espacio más intrínseco, pero es innegable que hace tiempo dejaron de ser solo un pedazo de carne y huesos para convertirse en construcciones sociales, esto es, moldes en dependencia de nuestros marcos de referencia. Incluso, desde el feminismo más básico nos llega una premisa fundamental: «todo lo personal es político», y ello toma en cuenta que nuestros cuerpos son un campo de batalla, un terreno en disputa marcado con las cicatrices que nos ha dejado nuestro andar por esta vida.
Cada quien experimenta sus batallas en carne propia, y día a día lidia con sus propios modos de hacer para soportar la vida. De ahí que las opiniones sobre cuerpos ajenos son siempre complejas, llegando a ser en muchas ocasiones, invasivas, violentas, inoportunas.
Cuando emitimos una opinión sobre un cuerpo que no es el nuestro, más aún, cuando dicha opinión va cargada de juicios de valor que toman como referencia -una vez más- categorías dicotómicas y maniqueístas, estamos siendo parte de un sistema opresor y jugando del lado del invasor mientras validamos y normalizamos la opresión. Además, estas «opiniones inocentes» carecen de empatía: tus estándares de belleza son tuyos, pero no juzgues una realidad ajena bajo tu propia sombrilla.
No se trata de dejar de hablar de nuestros cuerpos, ni de dejar de reconocer lo bueno que hay en ellos, sino de desligarnos cada vez más de esta cultura de industrialización subjetiva, de dejar de afianzar un modelo que empuja a la angustia mientras nos hace buscar desesperadamente algo que no sabemos qué es y que se pierde en el horizonte.
English version
"For tastes, there are colors, and for choosing, there are flowers".
When we talk about beautiful things or contemplate beauty, numerous elements come to mind depending on what each of us finds beautiful or worthy of admiration. Therefore, it can be said that beauty doesn't exist in itself; it is relative to our own concepts of beauty. For instance, someone might find beauty in observing a bee alight on a flower or watching clouds float by, while another person may appreciate the beauty of still life. However, there will always be shared understandings of what is considered beautiful, as we are social beings influenced by one another.
This is where culture imposes its own standards of beauty, often driven by larger interests. Beauty, being something universally desired and appreciated, takes on a commercial aspect. Social media platforms play a significant role in enhancing our appearances through selfies and filters, perpetuating an idealized Western beauty standard. And then, boom!, we're bombarded with consumer goods as the primary means to achieve it.
In this consumerist system, culture alienates us from our individualities by filling our lives with fetishized objects that lead to anguish because, unfortunately, nothing will ever be enough to meet societal expectations. Consequently, our bodies suffer, becoming battlegrounds shaped by distorted self-perceptions. That's why this time, I want to talk about Body Dysmorphic Disorder.
One of its consequences
Body Dysmorphic Disorder (BDD), also known as body dysmorphia, is a disorder in which a person's perception of their own body image becomes distorted, leading to feelings of inadequacy and significant emotional distress. It's a condition that drives individuals to develop repetitive behaviors, often resulting in social impairment. People with BDD perceive a defect—whether real or imagined—with disproportionate significance, even if it goes unnoticed by others. They might repeatedly check mirrors to verify the existence (or absence) of these perceived flaws. Alternatively, they may avoid looking at their own reflection, conceal body parts they find displeasing, excessively engage in physical exercise, over-groom, scratch their skin excessively, or constantly compare themselves to others. These behaviors cause profound distress because they consume excessive time during the day and have social repercussions.
In essence, individuals with BDD hold exaggerated beliefs about their physical appearance, attaching great importance to "flaws" that may not even exist. Yet, they remain convinced of their existence and fear judgment from others. These individuals dysfunctionally pursue body perfection, often disregarding the fact that all bodies are inherently imperfect. Depending on societal norms and financial means, some may even become increasingly reliant on cosmetic surgeries, perpetuating the cycle of dissatisfaction with their bodies.
This disorder has recently been included within the obsessive-compulsive spectrum due to its nature. It is a nosological entity that usually settles in adolescence, just when the peer group acquires great relevance. However, it is associated with experiences at that stage of humiliation, bullying, sexual harassment, injuries or physical illnesses and teasing that take physical appearance as an object, which will have an important impact on self-image and self-esteem. All this, added to what has already been said about cultural standards of beauty and the use of social networks, constitute risk factors.
The obsessive-compulsive nature of Body Dysmorphic Disorder (BDD) lies in the fact that individuals with BDD harbor obsessions about the existence of imaginary or inconsequential defects in their bodies. These defects, even if imperceptible to others, cause profound distress. Simultaneously, affected individuals tend to develop compulsive rituals in an unsuccessful attempt to eliminate these perceived flaws. These rituals may include the behaviors previously described, which consume significant time in their daily lives and ultimately lead to social impairment. Additionally, people with BDD experience social anxiety due to the discomfort of presenting themselves in public while exhibiting the defects they believe they have. This anxiety can lead to isolation as they avoid potential social rejection. Furthermore, feelings of inadequacy can escalate to the point of depression and, in extreme cases, even suicidal thoughts.
According to a study, BDD occurs in both sexes, but it is more prevalent among males. In contrast, among females, Eating Disorders are more common, sharing several similarities with BDD. Both disorders stem from dissatisfaction with body image influenced by cultural norms and beauty standards. However, BDD tends to be more severe in men.
An important observation: a criterion under (de)construction...
Our bodies are our most private chambers, our most intrinsic spaces. However, it's undeniable that they have long ceased to be mere flesh and bones. They have transformed into social constructs—molds shaped by our frames of reference. Even from the most basic feminist perspective, we encounter a fundamental premise: "everything personal is political." This acknowledges that our bodies are battlegrounds, terrains marked by the scars left behind from our journey through life.
Each of us experiences our battles firsthand, grappling daily with our unique coping mechanisms to endure life's challenges. Consequently, opinions about other people's bodies are always complex, often veering into invasive, violent, or ill-timed territory.
When we express an opinion about a body that isn't our own—especially when that opinion is laden with value judgments, drawing once again from dichotomous and Manichean categories—we become complicit in an oppressive system. We play on the side of the invader while validating and normalizing oppression. Furthermore, these seemingly "innocent opinions" lack empathy: your beauty standards are yours, but don't judge someone else's reality through your own narrow lens.
It's not about ceasing to talk about our bodies or failing to recognize their positive aspects. Instead, it's about increasingly disentangling ourselves from this culture of subjective commodification. We must refrain from reinforcing a model that pushes us toward anguish while we desperately seek something we cannot define, lost on the horizon.
Créditos | Credits
Referencias de apoyo | Supporting references
Trastorno dismórfico corporal. La búsqueda de la perfección
Dismorfia corporal: Expertas explican qué es, cuáles son sus síntomas y cómo tratarla
Imágenes utilizadas | Images used
Todas las imágenes utilizadas son de mi propiedad y fueron generadas utilizando Copilot de Bing y editadas en Canva | All images used are my own property and were generated using Copilot from Bing and were edited using Canva.
Imagen 3 editada con el editor de la Galería de mi teléfono Redmi Note 11| Image 3 ditated with the Gallery editor of my Redmi Note 11 phone
Traducción | Translation
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Interesante conocer como la ciencia se refiere a este trastorno. Realmente el tema de la imagen personal es muy importante para todos. Hay quienes tienen una perspectiva realista y quienes hacen de este tema una obsesión y viven en la inconformidad