The missing piece – Chapter II [ESP – ENG]

Esta es la continuación de The secret of the ruined village – Chapter I y por ello les recomiendo que vayan a revisar el inicio de esta historia si les interesa llevar un orden sobre lo que pasa.


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El aroma a naturaleza le inundaba las fosas nasales mientras el frío del ambiente que ya había formado una espesa capa de neblina le calaba los huesos, hasta el punto en que las manos no le dejaban de temblar. Sin embargo, podría atribuirle un poco de eso al hecho de que había estado siguiendo a un completo desconocido durante la última hora, dentro del bosque que era conocido por tener una gran población de bandidos, quienes armaban sus asentamientos allí. Estos eran altamente agresivos, tanto así que ni siquiera soldados del Rey se adentraban en las entrañas del bosque por miedo a encontrarlos, la corona se había manifestado en contra de ellos públicamente y había múltiples órdenes de captura en contra de los líderes, pero no era tan ingenuo como para arriesgar a su ejército yendo a una zona donde tenían demasiadas desventajas.

Cada sonido a su alrededor la ponía nerviosa, sentía como si algo la observase entre los árboles pero cuando miraba, se encontraba con un simple animal inofensivo, había visto muchos conejos y ratones caminando entre las hojas del piso, acompañándolos en aquel aparente interminable trayecto en que la había embarcado ese misterioso hombre, quien insistió en caminar por su propia cuenta ayudado por una rama minutos antes de salir de su adorado pueblo. Ella seguía sus pasos, lentos pero decididos, quedándose atrás para mantener unos cuantos metros de distancia que le permitieran reaccionar en caso de que algo malo sucediera, aunque no sabía exactamente qué podría suceder. Desde que había muerto su familia las interacciones con otras personas quedaron reducidas a casi nada y le resultaba extraño estar acompañada de alguien más.

— Dígame de nuevo… ¿por qué estamos adentrándonos en el bosque a esta hora?

— Nos queda una hora de luz solar y estamos cerca, no te preocupes.

— ¿Cerca de dónde?

Deteniéndose para que lo alcanzara, el cansado hombre se volteó y sonrió.

— De mi casa, una cabaña al este del bosque.

Notando la reacción dudosa de Maud, este suspiró.

— No puedo decirte nada acá, pueden estar escuchándonos, pero en mi casa te diré todo lo que sé sobre lo que pasó con nuestro pueblo… y sobre lo que hiciste allí atrás.

¿Qué opciones tenía? La realidad era que no solamente quería saber esa información, la necesitaba, después de tanto tiempo sin respuestas, tenía la posibilidad de encontrar una explicación a aquello que le arrebató a su familia y convirtió su hogar en un cementerio, aunque se sintiera incómoda por estar entrando en terreno desconocido con una persona a la que no conocía de nada, lo único que los unía era esa experiencia traumática por la que habían pasado, quizá haber sido habitantes de un mismo pueblo en algún momento, del resto podría tratarse de una trampa. Sí, se veían lo suficientemente honesto sobre sus intenciones, pero la confianza en aquel mundo era algo que podía hacer que encontraras la muerte como la punta de una flecha encontrándose directo con tu corazón… nadie se quería arriesgar.

Sin mediar palabra, le hizo una señal al hombre para que continuara con su camino, algo que este no dudó en hacer inmediatamente, puede que por miedo a que se arrepintiera de su decisión. El espesor de la neblina iba aumentando, por momentos dificultándosele el caminar por la visión limitada, lo que provocó unos cuantos tropezones por parte de ella que se enredaba con las ramas caídas de los árboles. Le sorprendía que su acompañante con todo y que se encontraba herido con dificultades para caminar no hubiera tenido ni un solo inconveniente de esta naturaleza. Justo cuando le iba a preguntar sobre esto, vio en la distancia lo que parecía ser una cabaña modesta sobresaliendo entre la neblina en medio de una colina. De no ser que estaba decidida a saber lo que ocurría se habría dado la media vuelta y empezado a correr, porque se veía un poco tétrica.

— Finalmente hemos llegado.

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El interior no estaba tan mal, incluso podría decir que le resultaba acogedor por el calor que le abrigó una vez puso un pie adentro. En un intento por hacerla sentir en su casa, el hombre comenzó a hervir algo de agua para hacerle un té, buscando después algunas de sus hierbas medicinales para comenzar a prepararse un ungüento con el cual tratar esas heridas que los soldados le había ocasionado. Ella no pudo evitar notar que este tenía un gran arsenal de hierbas guardadas junto a diversos escritos que no podía entender, pero asumía que se trataban de recetas en las que estas se usaban. Del resto, nada más estaba una cama individual junto a la chimenea, una mesa de madera sobre la cual había unas cuantas verduras, ropa tirada por todos lados, y un hacha colgando en una pared que la tenía un tanto nerviosa.

— Creo que me gustaría escuchar lo que tiene para decir ahora.

— ¡Claro, claro! Debes estar nerviosa ¿verdad? —Preguntó, sentándose sobre su cama y haciendo una mueca de dolor cuando subió su pierna lastimada.

— ¿Necesita ayuda?

— Tranquila, Maud, no te preocupes por mí. No he tenido la decencia de presentarme, he tardado porque no quería que nadie escuchara mi nombre allá afuera. Es Efraín, uno de los campesinos del pueblo que se encargaba de trabajar los campos de maíz cuando a la corona le interesaba mantenernos productivos.

— Quiero saber qué fue lo que pasó para que el Rey se pusiera en nuestra contra.

— Para eso tienes que saber que Granwond no es un pueblo cualquiera, y sus habitantes, la gran mayoría, tampoco lo eran. En este mundo hay dos tipos de personas, Maud, esos que nacen normales, como yo, y aquellos que son especiales, como tú… y tus padres.

— ¿Mis padres? —Susurró, sintiéndose mareada.

— No sé si has escuchado sobre la magia, hay personas que nacen con algo distinto que les da la capacidad de hacer cosas verdaderamente increíbles, no soy el mejor para decir los alcances que tiene porque en mi familia nunca hubo magos, por lo que no comprendo demasiado sobre eso, pero en Granwond sabíamos de su existencia porque muchos eran magos, nuestros vecinos y amigos. Ellos se organizaron formando la Orden de Zenyx de manera que pudiesen trabajar en conjunto para mejorar al pueblo, dos de los miembros más altos eran tus padres, Roman y Davinia.

— ¿Es por eso que el Rey mandó a sus soldados a matarnos?

— El Rey descubrió que dentro de Granwond había personas que poseían magia, quería hacernos confesar sobre su identidad, pero no consiguió nada, así que decidió matarnos a todos porque de esta manera no quedaba duda de haber acabado con todos ellos. Tenía miedo de que pudieran atentar contra la corona, no soportó la idea de que ese gran poder no estuviese en su control.

— ¿Entonces mis padres murieron solamente porque el Rey es un cobarde?

El dolor que sentía en aquel momento se sintió en su voz, haber perdido a las personas más importantes de su vida por una razón tan estúpida le estaba desgarrando el alma, de las posibilidades que había pensado cada vez que quería entender, nunca imaginó que su temprana partida se debía a que simplemente habían sido demasiado especiales, como si hubiese sido algo malo. De repente sus pulmones dejaron de tener suficiente aire, todo a su alrededor comenzando a cerrarse, en una sensación de estar siendo aprisionada entre las paredes de la cabaña, por lo que se abalanzó sobre la puerta buscando salir rápido de allí con un Efraín gritándole que mantuviera la calma, pero ¿cómo conseguirlo cuando a su mente lo que llegaban eran imágenes de sus padres siendo asesinados? ¡Todo por una maldita corona que no les interesaba!

Con las lágrimas saliendo finalmente una vez estuvo afuera, desplomándose en el pasto, se permitió a sí misma sollozar hasta que algo suave y esponjoso rozó contra una de sus manos. Espantada por no reconocer su proveniencia, se alejó del contacto saltando para el lado contrario, mirando alarmada al suelo para identificar de qué se trataba, viendo un adorable conejo blanco que inmóvil, no dejó de hacer contacto visual mientras movía su nariz. Cuando Efraín salió de la cabaña, también se quedó mirando al animal, el cual le devolvió la mirada después de unos cuantos segundos. Había algo extraño que no podía descifrar sobre la situación, la mirada del conejo sintiéndose demasiado consciente para ser la de un simple roedor y ¿no lo había visto antes cuando iba de camino a la cabaña? Ese pelaje blanco estaba delatándolo.

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— Pensé que ibas a llegar mañana.

Confundida ante el comentario de Efraín, Maud volteó la cabeza para mirarlo, pero este no le estaba hablando precisamente a ella, sino al conejo, por lo que observó de nuevo al diminuto animal con un semblante que denotaba no estar entendiendo nada de lo que se estaba desarrollando a su alrededor.

— Era lo que tenía pensado, pero las noticias corren rápido en el bosque.

Cuando vio que la voz provenía del conejo, sus cejas se alzaron con visible sorpresa, no lo podía creer, de no haber sido porque lo había presenciado con sus propios ojos puede que nunca lo hubiese creído, pero allí estaba, siendo testigo de cómo un animal hablaba con un ser humano como si fuese lo más normal del mundo.

— La magia existe y estoy viendo un conejo que habla. —Murmuró Maud, más para sí misma que para los demás— ¿Algo más que quieran agregar?

— Es una persona, Maud, en realidad no es un conejo. —Le respondió Efraín.

— El bosque tiene oídos y ojos, la mejor forma de ocultarse es volviéndose una parte de lo que encuentras adentro. —El conejo volvió a hablar, dando un par de saltos directo a donde estaba la puerta de la cabaña, quedándose a los pies de Efraín— Mejor entremos antes de que alguien me descubra aquí.

Ella quiso preguntar quiénes podrían estar interesados en esa información, pero decidió que lo mejor sería simplemente seguir la recomendación y entrar de nuevo en la cabaña, aunque con cada nuevo descubrimiento la situación se estuviesen tornando muchísimo más extraña de lo que en un principio hubiese imaginado… eso lo confirmó cuando con unos segundos de haberse cerrado la puerta, la figura del conejo empezara a cambiar por la de una persona entre un fuerte destello de luz que se asemejaba con aquel que salió de su pecho horas atrás para protegerla de los soldados del Rey. Cuando pudo enfocar otra vez su vista, notó que ahora tenía en frente a un hombre de mediana edad que vestía con una túnica verde oscuro, su larga cabellera rubia desbordándose sobre sus hombros para ir acorde con aquella frondosa y espesa barba.

— ¿Quién eres? —Preguntó Maud.

— Es un placer conocerte, Maud, mi nombre es Milo, líder de la Orden de Zenyx.

— ¿Todavía existe?

— El ejército del Rey falló en acabar con todos los habitantes de Granwond, la mayoría murió, pero algunos sobrevivimos. Estamos entre los afortunados.

— Mis padres fueron asesinados, mi hogar destruido, y quedé sola. No sé qué fortuna es esa de la que hablas. —Refunfuñó, molesta.

— Querida, la vida es un regalo aunque las adversidades nos quieran hacer creer que no merece ninguna alegría. Tú has llegado hasta aquí, tu existencia es un regalo del destino para cumplir con un propósito mayor. —Dijo mientras caminaba hacia la estufa y servía la taza de té que Efraín no tuvo oportunidad de preparar por la salida precipitada— Nos has traído lo último que nos faltaba para conseguir lo que queremos.

— ¿Se supone que los tengo que ayudar ahora?

Milo le regaló una media sonrisa.

— He esperado todos estos años porque apareciera alguien como tú, ¿crees que lo voy a ignorar simplemente porque no quieras?

— Señor Milo, no creo que esa sea la mejor manera…

Las palabras de Efraín se vieron interrumpidas cuando Milo alzó la mano derecha, como una orden silenciosa de no emitir palabra. Sin embargo, cuando Maud intentó comenzar a quejarse sobre lo que había dicho, descubrió que en realidad no podía moverse. Tragó grueso al ver que Milo se estaba acercando a ella con su mano todavía en alto sin que su sonrisa abandonara su expresión condescendiente.

— Siento que tenga que ser así, en algún momento lo entenderás, pero no me arriesgaré a perderte con todo lo que ha costado conseguirte.

Después de eso, Milo le tapó ambos ojos con la mano que tenía libre y perdió el conocimiento.

Continuará…


This is the continuation of The secret of the ruined village - Chapter I and so I recommend that you go check out the beginning of this story if you are interested in keeping track of what happens.

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The scent of nature flooded his nostrils while the chill of the environment that had already formed a thick layer of mist chilled his bones, to the point where his hands wouldn't stop shaking. However, he could attribute some of that to the fact that he had been following a complete stranger for the past hour, into the forest that was known to have a large population of bandits, who set up their settlements there. These were highly aggressive, so much so that not even soldiers of the King would go deep into the bowels of the forest for fear of encountering them, the crown had spoken out against them publicly and there were multiple warrants out against the leaders, but he was not naive enough to risk his army going into an area where they had too many disadvantages.

Every sound around her made her nervous, she felt as if something was watching her through the trees but when she looked, she found a simple harmless animal, she had seen many rabbits and mice walking among the leaves on the ground, accompanying them on that seemingly endless journey on which she had been embarked by that mysterious man, who insisted on walking on his own aided by a branch minutes before leaving her adored village. She followed his steps, slow but determined, staying behind to keep a few meters of distance that would allow her to react in case something bad happened, although she didn't know exactly what might happen. Since her family had died interactions with other people were reduced to almost nothing and it was strange for her to be accompanied by someone else.

“Tell me again... why are we going into the forest at this hour?”

“We have an hour of sunlight left and we are close, don't worry.”

“Close to where?”

Stopping for me to catch up, the tired man turned and smiled.

“From my house, a cabin east of the forest.”

Noticing Maud's hesitant reaction, he sighed.

“I can't tell you anything here, they might be listening to us, but at my house I'll tell you everything I know about what happened to our village... and about what you did back there.”

What were her options? The reality was that she not only wanted to know that information, she needed it, after so much time without answers, she had the possibility of finding an explanation to what took her family away and turned her home into a cemetery, even if she felt uncomfortable for entering unknown territory with a person she didn't know at all, the only thing that united them was that traumatic experience they had gone through, maybe they had been inhabitants of the same town at some point, the rest could be a trap. Yes, they seemed honest enough about their intentions, but trust in that world was something that could make you meet death like the tip of an arrow meeting your heart... no one wanted to risk it.

Without a word, he signaled the man to continue on his way, something he did not hesitate to do immediately, perhaps for fear that he would regret his decision. The thickness of the mist was increasing, at times making it difficult for her to walk because of her limited vision, which caused her to stumble a few times as she became entangled in the fallen branches of the trees. She was surprised that her companion, despite being injured and having difficulty walking, had not had a single inconvenience of this nature. Just as she was about to ask him about this, she saw in the distance what appeared to be a modest hut sticking out of the mist in the middle of a hill. If she wasn't determined to find out what was going on she would have turned around and started running, because it looked a bit spooky.

“Finally we arrived.”

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The inside wasn't too bad, she could even say that she found it cozy because of the warmth that she felt once she set foot inside. In an attempt to make her feel at home, the man began to boil some water to make her some tea, later looking for some of his medicinal herbs to start preparing an ointment to treat those wounds the soldiers had caused her. She could not help but notice that he had a large arsenal of herbs stored with various writings that she could not understand, but she assumed that they were recipes in which they were used. Of the rest, there was nothing but a single bed next to the fireplace, a wooden table on which there were a few vegetables, clothes strewn about, and an axe hanging on one wall that had her a bit nervous.

“I think I'd like to hear what you have to say now.”

“Sure, sure! You must be nervous, right?" He asked, sitting up on his bed and wincing as he pulled his injured leg up.”

“Do you need help?”

“Easy, Maud, don't worry about me. I haven't had the decency to introduce myself, I've been late because I didn't want anyone to hear my name out there. It’s Efraín, one of the peasants of the town who was in charge of working the corn fields when the crown was interested in keeping us productive.”

“I want to know what happened to make the king turn against us.”

“For that you have to know that Granwond is not just any town and its inhabitants, the vast majority, were not either. In this world there are two types of people, Maud, those who are born normal, like me, and those who are special, like you... and your parents.”

“My parents?” She whispered, feeling dizzy.

“I don't know if you've heard about magic, there are people who are born with something different that gives them the ability to do truly incredible things, I'm not the best to say the scope it has because in my family there were never wizards so I don't understand too much about it, but in Granwond we knew of its existence because many were wizards, our neighbors and friends. They organized themselves by forming the Order of Zenyx so that they could work together to better the people, two of the highest members were your parents, Roman and Davinia.”

“Is that why the King sent his soldiers to kill us?”

“The King discovered that inside Granwond there were people who possessed magic, he wanted to make us confess about their identity, but he got nothing, so he decided to kill us all because this way there was no doubt that he had finished with all of them. He was afraid that they could attempt against the crown, he could not bear the idea that this great power was not in his control.”

“So my parents died only because the King is a coward?”

The pain he felt at that moment was felt in his voice, to have lost the most important people in his life for such a stupid reason was tearing his soul apart, of the possibilities he had thought every time he wanted to understand, he never imagined that their early departure was because they had simply been too special, as if it had been something bad. Suddenly her lungs stopped having enough air, everything around her starting to close in, in a feeling of being imprisoned within the walls of the hut, so she rushed to the door looking to get out of there fast with an Ephraim yelling at her to stay calm, but how to achieve that when what came to her mind were images of her parents being killed? All for a damn crown they didn't care about!

With the tears finally coming once she was outside, collapsing on the grass, she allowed herself to sob until something soft and fluffy brushed against one of her hands. Frightened that she didn't recognize where it came from, she jumped away from the contact, looking alarmed at the ground to identify what it was, seeing an adorable white rabbit that motionlessly kept making eye contact while wiggling its nose. When Ephraim came out of the hut, he also stared at the animal, which returned his gaze after a few seconds. There was something strange he couldn't decipher about the situation, the rabbit's gaze feeling too aware to be that of a simple rodent and hadn't he seen it before when he was on his way to the cabin? That white fur was giving it away.

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“I thought you were going to arrive tomorrow.”

Confused by Ephraim's comment, Maud turned her head to look at him, but he wasn't talking precisely to her, but to the rabbit, so she looked at the tiny animal again with a look on her face that showed she wasn't understanding anything that was going on around her.
“It was what he had intended, but news travels fast in the forest.”

When she saw that the voice came from the rabbit, her eyebrows rose with visible surprise, she could not believe it, if it had not been because she had witnessed it with her own eyes she might never have believed it, but there she was, witnessing how an animal talked to a human being as if it were the most normal thing in the world.

“Magic exists and I'm seeing a talking rabbit.” Maud murmured, more to herself than to the others. “Anything else you want to add?”

“It's a person, Maud, it's not really a rabbit.” Ephraim answered her.

“The forest has ears and eyes, the best way to hide is to become a part of what you find inside.” The rabbit spoke again, jumping a couple of times straight to where the door of the hut was, staying at Ephraim's feet. “We better go inside before someone discovers me here.”

She wanted to ask who might be interested in that information, but decided it would be best to simply follow the recommendation and enter the hut again, although with each new discovery the situation was becoming much stranger than she had originally imagined... that was confirmed when a few seconds after closing the door, the figure of the rabbit began to change to that of a person in a strong flash of light that resembled the one that came out of her chest hours ago to protect her from the King's soldiers. When she was able to focus her sight again, she noticed that she now had in front of her a middle-aged man dressed in a dark green robe, his long blond hair flowing over his shoulders to match that thick, bushy beard.

“Who are you?” Maud asked.

“It's a pleasure to meet you, Maud, my name is Milo, leader of the Order of Zenyx.”

“Does it still exist?”

“The King's army failed to wipe out all the inhabitants of Granwond, most died, but some of us survived. We are among the lucky ones.”

“My parents were killed, my home destroyed, and I was left alone. I don't know what fortune this is you speak of.” She grumbled, annoyed.

“My dear, life is a gift even if adversity would have us believe it deserves no joy. You have come this far, your existence is a gift of destiny to fulfill a greater purpose.” He said as he walked to the stove and poured the cup of tea that Ephraim did not have a chance to prepare because of the hasty departure. “You have brought us the last thing we needed to get what we want.”

“Am I supposed to help you now?”

Milo gave her a half smile.

“I've waited all these years for someone like you to show up, do you think I'm going to ignore it just because you don't want me to?”

“Mr. Milo, I don't think that's the best way…”

Ephraim's words were interrupted when Milo raised his right hand, as a silent command not to utter a word. However, when Maud tried to start complaining about what he had said, she found that she couldn't actually move. She swallowed thickly as she saw that Milo was approaching her with his hand still in the air without his smile abandoning its condescending expression.

“I'm sorry it has to be this way, at some point you'll understand, but I won't risk losing you with all it took to get you.”

After that, Milo covered both her eyes with his free hand and she lost consciousness.

To be continued…



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