La sombra de Céfiro / The Shadow of Zephyr

"Papá, todos lo pueden ver, menos yo", exclamó Céfiro. Su padre le explicó que el mundo espiritual exige un precio que muchos no deberían pagar, pero esta alma inquieta, atraída por lo desconocido, no se satisfacía con esos argumentos.

A Céfiro las sombras lo embelesaban más que la luz, y los cuentos de fantasmas eran su predilección. Con el paso de los años, esta fascinación se convirtió en una obsesión que lo llevó a explorar rincones oscuros de la montaña y a sumergirse en textos esotéricos escondidos por los sabios.

Una noche, en una sesión espiritista, oyó hablar de un antiguo ritual que permitía vislumbrar el velo entre los vivos y los muertos. El primer paso era el más repulsivo: cubrir los ojos con lagañas de perro. La idea lo repugnaba, pero la promesa de conocer lo desconocido lo impulsó. Tras una ardua tarea, consiguió lo que necesitaba. Con las manos temblorosas, se frotó las lagañas en los ojos, sintiendo un ardor inmediato.

Al principio, no sucedió nada. Pero su visión comenzó a distorsionarse. Las sombras cobraban vida, los objetos adquirían formas grotescas y los rostros se transformaban en máscaras de horror. Céfiro estaba viendo más allá de lo humano. Espectros y fantasmas lo rodeaban, susurrándole secretos oscuros y arrastrándolo hacia un abismo.

El terror se apoderó de él. Las criaturas invocadas eran más poderosas de lo imaginado y su presencia lo consumía. Desesperado, huyó de su hogar y se adentró en las profundidades del bosque. Corrió durante horas, perseguido por las visiones.

Al llegar a la cima de una montaña, se detuvo, exhausto. Mirándose en un charco, se horrorizó al ver sus ojos negros y su rostro contorsionado. En ese instante, comprendió que el ritual había alterado su esencia. Ya no era humano.

Con un aullido que silenció la montaña, se transformó en una criatura oscura, una sombra que se deslizaba entre las rocas. Desde entonces, se convirtió en un espectro errante, condenado a vagar por los solitarios montes y persiguiendo a los incautos que se atrevían a adentrarse en su territorio. Cazadores y pescadores desaparecían, víctimas de la criatura que una vez fue Céfiro.

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The Shadow of Zephyr

“Dad, everyone can see it, except me,” exclaimed Zephyr. His father explained to him that the spiritual world exacts a price that many should not have to pay, but this restless soul, drawn to the unknown, was not satisfied with such arguments.

Zephyrus was more enraptured by shadows than by light, and ghost stories were his predilection. Over the years, this fascination became an obsession that led him to explore dark corners of the mountain and to immerse himself in esoteric texts hidden by the sages.

One night, in a spiritualist session, he heard of an ancient ritual that allowed a glimpse of the veil between the living and the dead. The first step was the most repulsive: covering one's eyes with dog's gossamer. The idea repulsed him, but the promise of knowing the unknown drove him. After an arduous task, he got what he needed. With trembling hands, he rubbed the sponges into his eyes, feeling an immediate burning sensation.

At first, nothing happened. But his vision began to distort. Shadows came to life, objects took on grotesque shapes and faces transformed into masks of horror. Zephyr was seeing beyond the human. Spectres and ghosts surrounded him, whispering dark secrets and dragging him into an abyss.

Terror gripped him. The summoned creatures were more powerful than he had imagined and their presence consumed him. Desperate, he fled from his home and into the depths of the forest. He ran for hours, pursued by the visions.

Reaching the top of a mountain, he stopped, exhausted. Looking into a puddle, he was horrified to see his black eyes and contorted face. In that instant, he understood that the ritual had altered his essence. He was no longer human.

With a howl that silenced the mountain, he transformed into a dark creature, a shadow slithering among the rocks. From then on, he became a wandering specter, doomed to roam the lonely mountains and haunt the unwary who dared to venture into his territory. Hunters and fishermen disappeared, victims of the creature that was once Zephyr.

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