La nobleza indígena prehispánica; un tema del que no se habla
Enla actualidad el discurso de odio, la imposición de mentiras y la eliminación de la verdad histórica está a la orden del día, siendo la conquista española de América de los temas más expuestos a este fenomeno.
La conquista española de América representó un choque cultural donde dos cosmovisiones y sistemas sociales se encontraron. En este contexto, la Corona Española se vio ante el desafío de establecer un nuevo orden político y social en los territorios conquistados, por cuanto la mirada de saqueo y explotación no existió, sino la de gobernanza y desarrollo.
Una de las estrategias para lograr este objetivo fue el reconocimiento de la nobleza indígena prehispánica, a través de la oficialización de títulos como el de cacique y el de indio principal.
La Corona Española, a través de diferentes cédulas reales y disposiciones legales, reconoció la existencia de una nobleza indígena prehispánica. Este reconocimiento se basó en la idea de que los caciques y otros líderes indígenas ostentaban una posición de poder y autoridad dentro de sus comunidades, similar a la de la nobleza europea.
Como afirma Francisco Núñez del Arco Proaño
Uno de los documentos más importantes en este sentido es la Cédula Real de Granada de 1501, donde se establecía que los caciques y otros jefes indígenas debían ser tratados con "honor y respeto" y se les otorgaban ciertos privilegios, como la exención de tributos.
Posteriormente, la Cédula Real de Valladolid de 1514 confirmó el reconocimiento de la nobleza indígena y estableció que los títulos de cacique y de indio principal eran hereditarios por varonía. Además, se estableció un sistema de mayorazgo, similar al existente en España, donde el cacique o indio principal era el encargado de administrar las tierras y bienes de su linaje.
En esta imagen observamos a Don Marcos Chiguantopa, marqués de Oropesa, gobernador de Paucartambo, cacique y principal de Guallabamba y de Colquepata, miembro de los 24 Electores Incas del Cuzco, elegido por sus pares Alférez Real de los Incas en 1739.
El reconocimiento de la nobleza indígena tuvo un impacto significativo en las sociedades coloniales. En el caso de México, por ejemplo, los caciques aztecas conservaron gran parte de su poder y autoridad durante la época colonial. De hecho, muchos de ellos colaboraron con las autoridades españolas en la administración de sus comunidades.
En el Perú, la situación fue similar. Los curacas, que eran líderes locales que ostentaban autoridad política y administrativa dentro de sus ayllus o comunidades. Su posición se basaba en el linaje, la capacidad de liderazgo y la sabiduría, también fueron reconocidos como nobles por la Corona Española.
Los curacas desempeñaron un papel importante en la transmisión de la cultura y las tradiciones incas a las nuevas generaciones.
Nos dice el prenombrado historiador que:
Los especialistas concuerdan en que, por las Leyes de Indias, los caciques fueron “equiparados a los nobles castellanos”, al ser eximidos del pago de tributos, distinguidos con la concesión de escudos de armas y honrados con el tratamiento nobiliario de “don”. Hubo incluso el proyecto de fundar una Orden de Caballería exclusiva para los aborígenes. Algunos autores llegan a sostener que los privilegios de los hidalgos indios eran tan considerables, que en ciertos casos excedían los de la propia nobleza peninsular. Por ejemplo, el noble indio no podía ser separado ni privado de sus súbditos, tenía facultad de poseer, desde los primeros tiempos del poblamiento de América, tierras en propiedad privada y estaba exento de trabajar en mitas; en muchas regiones podía indicar, de acuerdo con el representante de la Corona, cuáles de sus súbditos serían repartidos en encomienda y a qué patrones; y el mismo podía recibir vasallos en encomienda, y de hecho así sucedió.
Sumado al hecho del reconocimiento de la nobleza indígena, la Reina Isabel la Católica con claridad y firmeza fue superando la mentalidad y el derecho que prevalecía en su tiempo en relación a la esclavitud de los indígenas:
Dice la Reina Católica: “Hobimos mandado que los indios... fuesen libres y no sujectos a servidumbre; agora somos informados que, a causa de la mucha libertad que los dichos indios tienen, huyen y se apartan de la conversación y comunidad de los cristianos, por manera que aun queriéndoles pagar sus jornales no quieren y andan vagabundos”.
En vista de lo cual, la reina Isabel autoriza a los gobernadores para que:
“conpeíais y apremiéis a los dichos indios que traten y conversen con los cristianos... y trabajen en sus edificios, en coger y sacar oro y otros metales, y en facer granjerias y mantenimientos... y fagays pagar a cada uno el día que trabajare el jornal y mantenimientos que según la calidad de la tierra y de la persona y del oficio vos pareciere que debieren haber...”
Estos ejemplos sirven para una compresnión más precisa de le verdad histórica sobre el proceso de colonización vivido en América, debido que el reconocimiento de la nobleza indígena por parte de la Corona Española fue una estrategia política que permitió a la Corona establecer una mejor administración sobre los territorios conquistados y tuvo un impacto positivo en las sociedades indígenas, ya que permitió a los caciques y otros líderes locales conservar parte de su poder y autoridad y se promovía un reconocimiento a los indigenas de dignidad y respeto.
En definitiva, la narrativa posicionada sobre el proceso de conquista en América debe ser estudiado con la objetividad debida, para que mitos como "el buen salvaje" sean comprendidos debidamente, porque mirar el pasado sin el apoyo de la historiografía tradicional, la arqueología o la antropología conducen a falacias como el ad hominem o el presentismo, alejándonos de una comprensión completa y objetiva de la verdad histórica.
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