Después de mucho tiempo conviviendo con él, logré disfrutar un libro peculiar. No era como los demás, con sus hojas y sus historias que se repetían sin cesar. Este libro era único, un tesoro invaluable para aquellos pocos que apreciaban el valor del momento y la fugacidad del instante.

Su cubierta, de cuero desgastado por el paso del tiempo, guardaba un secreto mágico, visible y conocido por todos, pero no valorado por muchos: sus hojas solo podían ser leídas una vez. Al pasar la página, la tinta se desvanecía, dejando en blanco el espacio que alguna vez estuvo lleno de palabras. No había segundas oportunidades, no había vuelta atrás.

Muchas veces lo tuve entre manos, pero ese día, con manos temblorosas, lo abrí, sintiendo el peso de la responsabilidad en mis dedos. Cada página era un tesoro, una oportunidad única de sumergirme en un mundo de historias y conocimientos. Leí con detenimiento, saboreando cada palabra, cada frase, cada coma. No podía permitirme perderme ni un solo detalle, pues sabía que no volvería a verlo.

Las historias cobraban vida ante mis ojos, transportándome a lugares lejanos, a tiempos remotos, a emociones intensas. Reí, lloré, reflexioné, me indigné, me enamoré. Cada página era una montaña rusa de emociones, un viaje sin retorno a lo más profundo de la condición humana.

Cuando comencé llegar al final, con el corazón rebosante de emociones y la mente llena de sabiduría, aparte el libro y lo dejé abierto. Pensaba en la última página, sabiendo que se quedaría en blanco, ello me recordaba la fugacidad de mi existencia, la importancia de vivir cada instante al máximo y de apreciar la belleza de lo efímero.

El libro de una sola vez, el cual llamo vida, me enseñó que cada palabra, cada frase, cada momento es único e irrepetible. Por lo tanto, prestar atención, vivir con intensidad y apreciar la belleza de lo que nos rodea, pues el tiempo no se detiene y las oportunidades no se repiten.

Y aunque muchas páginas ya he olvidado, hay otras que recuerdo satisfactoriamente y muchas más que estoy escribiendo para que sean eternas.

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The book at once

After a long time living with him, I managed to enjoy a peculiar book. It was not like the others, with its pages and stories that repeated endlessly. This book was unique, a priceless treasure for those few who appreciated the value of the moment and the fleetingness of the instant.

Its cover, made of leather worn by the passage of time, held a magical secret, visible and known to all, but not valued by many: its pages could only be read once. As the page turned, the ink faded away, leaving blank the space that had once been filled with words. There were no second chances, no turning back.

Many times I held it in my hands, but that day, with trembling hands, I opened it, feeling the weight of responsibility in my fingers. Each page was a treasure, a unique opportunity to immerse myself in a world of stories and knowledge. I read carefully, savoring every word, every sentence, every comma. I could not afford to miss a single detail, for I knew I would never see it again.

The stories came alive before my eyes, transporting me to faraway places, to remote times, to intense emotions. I laughed, I cried, I reflected, I was outraged, I fell in love. Each page was a roller coaster of emotions, a journey of no return to the depths of the human condition.

As I began to reach the end, my heart brimming with emotions and my mind full of wisdom, I put the book aside and left it open. I thought about the last page, knowing that it would remain blank, it reminded me of the transience of my existence, the importance of living each moment to the fullest and appreciating the beauty of the ephemeral.

The one-time book, which I call life, taught me that every word, every sentence, every moment is unique and unrepeatable. Therefore, pay attention, live with intensity and appreciate the beauty of what surrounds us, because time does not stand still and opportunities do not repeat themselves.

And although many pages I have already forgotten, there are others that I remember satisfactorily and many more that I am writing to make them eternal.

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CRÉDITOS
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