El partido se detiene por unos instantes y luego de la intervención y avaluación por parte del personal adecuado, el resultado no puede ser más frustrante. Ya de por sí, el juego había comenzado con bastante retraso, por la razón de que el equipo contrario se encontró con la ausencia de varias de sus integrantes. Luego de una larga espera y casi a punto de declararse la victoria por ausencia de las seis jugadoras, se presentó en ese instante y, de manera dramática, la jugadora faltante, por lo que de inmediato, se dio comienzo al partido.

Ahora, con la estrella del equipo contrario lesionada en una de sus piernas, Carolina y su equipo tienen una clara ventaja sobre sus rivales. Esta situación pone a Carolina en un punto de inconformidad, ya que no le parece justo ni equilibrado el juego.

—Creo que debemos hacer que el juego sea más justo y no aprovecharnos de esta ventaja, —indica Carolina con un dejo de frustración.

—Las reglas son las reglas y ellas pueden jugar con cinco integrantes, —responde Ángela.

—Podríamos prestarle a una de nosotras, —afirma Darían, quien antes había armado las dos jugadas de remate, mientras sonríe dulcemente.

—Cierto, prestémosles a Marianita, —dice de inmediato Grisel, la más espigada de todas las chicas y excelente bloqueadora, refiriéndose a la pequeña de piel de ébano, zaguero de reserva de su equipo, —así nos ayudaría a ganar desde el otro lado, —mientras ríe ruidosamente.

—¿Qué sucede aquí? —interrumpe el entrenador cuando se acerca a las chicas al borde de la cancha, acompañado de Jimena.

Luego de hacerle saber lo que está sucediendo, se suscita una controversia, ya que mientras algunas están de acuerdo con la posición de Carolina, las otras prefieren atenerse a las reglas del juego y continuar con el mismo.