Se acercó mucho más a mí, como para intimidarme con su tamaño, un poco más alto que yo. Fue el momento más tenso entre nosotros y sentí claramente cómo todo a mi alrededor quedaba en silencio. Pude percibir con claridad el latir intenso de su corazón que se mezclaba en un compás de latidos en aumento junto al mío.

No dejé de mirarlo directo a los ojos y solo esperaba que, en cualquier momento, me lanzara el primer golpe. Eso no ocurriría de mi parte y, de algún modo, sabía que no me golpearía a la cara. Fue un momento breve, pero que se sintió como una eternidad.

Su mirada denotaba más dudas que seguridad y creo que eso quedó latente cuando, muy cerca de mi rostro, me preguntó de nuevo:

—¿Te crees un cerebrito, verdad?

Sin dar mucho tiempo, le respondí de inmediato:

—¿Será porque estudio mucho, no crees?

Su cara cambió en ese instante con una leve mueca que quizás estaba ahogando una sonrisa. Se separó un poco más hacia atrás y fue como si, de repente, el mundo a nuestro alrededor echara a andar.

Mientras mis ojos no dejaban de seguirlo, el chico malo se echó más atrás, miró alrededor, a todos los que ahora no dejaban de mirarnos. Se dio casi media vuelta y me dirigió una última mirada a la vez que me decía: —Tú y yo quedamos pendientes, —señalándome con su dedo. Luego, terminó de dar la vuelta y se marchó lentamente.

Siento que en ese momento volví a respirar y, como realmente no tenía muchos amigos, solo recogí mis cosas y caminé en sentido contrario. Creo que todos los que se encontraban en el patio de recreo en esa ocasión, quedaron decepcionados de poder ver una nueva pelea.

Al terminar el año escolar, realmente tenía una suerte de amistad con el chico malo de la escuela. Aunque no nos tratábamos como amigos propiamente, siempre tuvimos ocasión de conversar de ciertas cosas, más que todo, relacionadas con las clases algunas veces y con las chicas en otras. Pienso que de algún modo me gane su respeto cuando, a través de mis preguntas, desarme su intención de originar una nueva pelea escolar, lo que sí ocurrió en varias ocasiones con otros muchachos. Curiosamente, ninguno de los chicos que supe se enfrentó a este matón, usaba lentes.