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☀️ Un Brindis Improvisado.

El sol se coló por las rendijas de las persianas, iluminando la habitación de María con su luz suave y tibia. Había llegado el gran día, anhelado desde hacía mucho por la grácil morena de cabellos negros como el azabache. La emoción la recorría y, dentro de sí, un cosquilleo con sensación de triunfo, se apoderaba de sus pensamientos, aunque también con una pizca de nerviosismo. Se levantó de la cama con energía y se dirigió a la cocina para preparar su desayuno favorito: unas tostadas con mermelada.

Su celular repicó en el instante en que colocaba un paquete de pan en la mesa. En la pantalla, pudo ver el número de Alirio, su novio, lo cual le causó mucha más emoción.

—Hola, amor, ¿cómo estás? —fue lo primero que dijo al contestar la llamada.

—Reina, se me dañó el auto, no quiere encender, —le contestó Alirio al otro lado de la línea. —No podré pasar por ti, amor, perdóname, —Se escuchó cortante

—¿Cómo? —respondió una sorprendida María. —¡No me puedes hacer esto hoy!

Sus palabras quedaron en el aire cuando Alirio había terminado la llamada. Exasperada, intentó llamarlo de nuevo en varias ocasiones, pero el celular sonaba apagado o fuera de cobertura. Luego de un rato, comprendió lo que se había negado a aceptar desde ya hacía algunos días. Alirio le quería terminar y escogió justo el peor día.

Aunque ella entendía que su relación no avanzaría mucho más allá, esperaba poder contar con un, ya menos comprometido Alirio, especialmente en este día tan importante para ella. Con un dejo de frustración y después de pensar brevemente en sus opciones, decidió que seguiría adelante sola. Respiró profundo, se llenó de ánimos y pasó a enfrentar su gran día.

Sin embargo, la alegría y el ánimo que se había autoinfligido, se vieron de nuevo truncados cuando la vieja tostadora, con un chirrido metálico, decidió no cooperar en la preparación de su desayuno. Las primeras tostadas salieron carbonizadas y, en el segundo intento, el aparato dejó de funcionar con las dos piezas de pan dentro de ella. María, ya con el tiempo encima, optó por tomar un café y comer un par de galletas de coco que tanto le encantaban.

Se dirigió al baño rápidamente y ya lista para arreglarse, decidió cambiar su hermoso vestido de fiesta de talle largo, por uno de coctel más corto y seguramente más cómodo para tomar un taxi, el metro o un autobús si fuera necesario. Con la ausencia de Alirio, le tocaba improvisar.