Saludos, estimada comunidad de #HolosyLotus. Respondiendo a la invitación de @lilianajimenez, compartiré mi particular punto de vista acerca de los Hábitos, ¿buenos o malos? Son nuestros amos y tiranos. En tales términos se expresó un escritor de autoayuda que en sus libros intentaba inculcar buenos hábitos y ayudar a eliminar los malos, pues según él, los hábitos nos dominan como si fueran nuestros amos, por lo que es mejor elegir a los buenos. No le faltaba razón, como alguien más expresó, los humanos somos un animal de costumbres, así que cultivemos las buenas y sanas. Las malas pueden ser causa de dificultades y cuando se vuelven un hábito, pueden llegar a convertirse en vicio y atentar contra la propia integridad, la salud e inclusive el bienestar de los que nos rodean. Nada agregaré acerca de los buenos hábitos de higiene, que la mayoría de nosotros recibimos en nuestra infancia y salvo que perdamos la razón, conservamos durante toda la vida. Lamentablemente, no nos inculcan todo lo necesario o no de la manera idónea. En lo referente a la alimentación, traemos costumbres y hábitos heredados que no siempre son los mejores y resulta que con frecuencia, para cuando nos meten en problemas, erradicarlos es realmente complicado.

[Mi esposa y compañera de vida en las buenas y malas]

Mi experiencia con malos hábitos, realmente malos, se reduce al hábito de fumar, que adquirí a edad temprana, cuando no era tan mal visto como ahora y me acompañó durante tres quintos de mi vida. Demasiado tiempo.
Cuando finalmente logré deshacerme de él, ya me había costado demasiado, pero no tanto como a otras personas a las que llevó a la tumba antes de tiempo.
La sensación de libertad, al dejar este mal habito, solo puede ser comprendida por quienes han pasado por ella o alguna similar, pero con el tiempo me veo enfrentado al problema del sobrepeso y las posibles consecuencias para la salud.
Aunque padezco de hipertensión hace muchos años, no fui consciente de la gravedad hasta después que dejé de fumar, y en una revisión médica, me informaron que en el pasado, había tenido un infarto.
Algo leve, al parecer, o el médico tratante no fue el indicado.
Con el tiempo, otro galeno me sugirió que bajara de peso, pero sin recomendarme dieta alguna. Según él, salvo la tensión arterial, el resto de mis valores eran normales. Y desde entonces he mejorado mi régimen de alimentación, eliminando el exceso de carbohidratos y aumentando las proteínas, vegetales y frutas frescas. Pero la disminución de peso no se corresponde con el esfuerzo. Los pocos kilos que he rebajado distan mucho de ser suficientes para acercarme al ideal, lo que en mi opinión asocio con la educación recibida.
La comida es sagrada, la comida no se bota, te lo comes todo o no sales, o no tienes postre y otros condicionamientos hacen realmente difícil cambiar la manera de comer.

[Autorretrato o evidencia del pecado llamado pan de jamón]

Cuando dejé de fumar hace 12 años, pasé por el desagradable momento de la abstinencia, que una vez superado me dejó libre y por fortuna o gracia divina, sin más deseos de volver a encender un cigarrillo o nada que eche humo.
Por el contrario, el comer, no es cuestión que se pueda erradicar, y a diferencia del tabaco, el alcohol u otra droga, la comida hay que seguir ingiriéndola. El detalle radica en la correcta dosificación y con la disminución de actividad que trae la edad de la jubilación, la ingesta normal se vuelve excesiva para el cuerpo, pero el apetito parece que no envejece al mismo ritmo.
Como dicen las sagradas escrituras: El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.
Considerando que me acompaña una salud relativamente buena y aún conservo los hábitos de caminar con regularidad y leer asiduamente, espero alcanzar una solución o equilibrio entre el placer de comer y un peso corporal que me permita disfrutar de estos años que llaman dorados, aunque las canas sean plateadas.

[Selfie verdadera antes de caminar o de comprar helado]

[El premio por una semana de caminar con constancia ]

Mucho queda por decir acerca de los hábitos, pero solo añadiré que lo mejor es cultivar los mejores, que ejerciendo nuestra voluntad, la buena voluntad, alimentemos, dediquemos tiempo a esos buenos hábitos que nos deparan salud y beneficios. En cuanto a los placeres, cuidemos de no caer en las trampas de los excesos.

Gracias por su lectura, cualquier opinión o sugerencia es bienvenida, me retiro deseándoles: Salud, paz y bienestar.

Lo expresado es simplemente mi opinión, en base a mi experiencia personal, en todos los casos recomiendo consultar con profesionales de la salud.
Escribo en español y para la versión en inglés me valgo del traductor de Google.

[Mi visión particular del mundo. Banner cortesía @isauris]

Habits, good or bad? Tyrants.

Greetings, dear #HolosyLotus community.
Responding to @lilianajimenez's invitation, I'll share my personal perspective on habits: good or bad? They are our masters and tyrants.
A self-help writer, who tried to instill good habits and help eliminate bad ones in his books, expressed himself in these terms. According to him, habits dominate us as if they were our masters, so it's better to choose the good ones.
He was right; as someone else pointed out, humans are creatures of habit, so let's cultivate good and healthy ones.
Bad habits can cause difficulties, and when they become a habit, they can turn into vices and threaten one's integrity, health, and even the well-being of those around us.
I won't add anything about good hygiene habits, which most of us learned in childhood and, unless we lose our minds, retain throughout our lives.
Unfortunately, we're not taught everything we need, or not in the right way.
When it comes to nutrition, we carry inherited customs and habits that aren't always the best, and it turns out that often, by the time they get us into trouble, eradicating them is really complicated.

[My wife and life partner through thick and thin]

My experience with bad habits, really bad ones, comes down to smoking, which I acquired at an early age, when it wasn't as frowned upon as it is now, and which stayed with me for three-fifths of my life. Too long.

When I finally managed to kick it, it had cost me too much, but not as much as it has for other people whom it has led to an early grave.

The feeling of freedom from quitting this bad habit can only be understood by those who have experienced it or a similar one, but over time, I find myself facing the problem of being overweight and the potential health consequences.
Although I've suffered from hypertension for many years, I didn't realize its seriousness until after I quit smoking, and during a medical checkup, I was informed that I had had a heart attack in the past.
Apparently, it was something mild, or the treating doctor wasn't the right one.
Eventually, another doctor suggested I lose weight, but without recommending any diet. According to him, except for my blood pressure, the rest of my readings were normal. Since then, I've improved my diet, eliminating excess carbohydrates and increasing protein, vegetables, and fresh fruits. But the weight loss doesn't match the effort. The few kilos I've lost are far from enough to get me close to the ideal, which I think I associate with the way I was raised. Food is sacred. Food isn't thrown away. You either eat it all or you don't go out, or you don't have dessert, and other conditions make it really difficult to change the way you eat.

[Self-portrait or evidence of the sin called pan de jamón]

When I quit smoking 12 years ago, I went through the unpleasant moment of withdrawal, which once over, left me free and, fortunately or by divine grace, with no more desire to light a cigarette or anything that smokes.
On the contrary, eating isn't something that can be eradicated, and unlike tobacco, alcohol, or other drugs, food must continue to be ingested. The key lies in the correct dosage, and with the decline in activity that comes with retirement, normal intake becomes excessive for the body, but the appetite doesn't seem to age at the same rate.
As the Holy Scriptures say: The spirit is willing, but the flesh is weak.
Considering that I am in relatively good health and still maintain the habits of walking regularly and reading assiduously, I hope to achieve a solution or balance between the pleasure of eating and a body weight that will allow me to enjoy these so-called golden years, even if my gray hair turns silver.

[Real selfie before walking or buying ice cream]

[The reward for a week of consistent walking]

Much remains to be said about habits, but I will only add that the best thing is to cultivate the best ones, to exercise our will, good will, to nourish and dedicate time to those good habits that bring us health and benefits. As for pleasures, let's be careful not to fall into the trap of excess.

Thank you for reading, any opinions or suggestions are welcome. I'll leave you wishing you health, peace, and well-being.

What I've expressed is simply my opinion, based on my personal experience. In all cases, I recommend consulting with healthcare professionals.
I write in Spanish, and for the English version, I use Google Translate.