[CUENTO para niños] Los tres deseos de Sofía.
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Había una vez una pequeña niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Sofía era una niña feliz y curiosa, siempre lista para descubrir cosas nuevas y explorar el mundo que la rodeaba. Pero a medida que crecía, comenzó a darse cuenta de que algo andaba mal en su vida.
Sofía tenía dificultades para concentrarse en la escuela y sus compañeros de clase se burlaban de ella por ser diferente. El tener a su madre enferma y no contar con el apoyo de su padre, porque este tenía que trabajar largas horas para poder pagar los gastos médicos de la enfermedad de su madre, agobiaba a Sofía y se sentía sola y desesperada. Sofía no sabía a quién acudir en busca de ayuda.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Sofía se encontró con un ser gigante y mágico. El ser se presentó como el protector del bosque y le preguntó a Sofía qué le pasaba. Sofía le contó toda su historia y le dijo que se sentía atrapada en una vida que no le gustaba.
El ser gigante le dijo a Sofía que tenía un poder mágico especial que podía ayudarla a superar sus problemas. Le dijo que podía concederle tres deseos, pero que tenía que elegirlos sabiamente. Sofía estaba emocionada, nunca había oído hablar de alguien que pudiera conceder deseos, y se tomó su tiempo para pensar en lo que realmente quería.
Finalmente, Sofía le dijo al gigante que su primer deseo era que su madre se curara y fuera feliz de nuevo. El gigante asintió con la cabeza y dijo que su deseo se había concedido. Sofía no podía creer lo que acababa de pasar y corrió a casa para ver a su madre.
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Cuando llegó, se encontró con su madre sonriendo y llena de energía. Sofía se emocionó tanto que sus lágrimas rodaron por sus mejillas y abrazó a su madre con fuerza. Su primer deseo había sido concedido y estaba agradecida por ello.
Para su segundo deseo, Sofía decidió que quería que su padre pudiera estar más tiempo con ella y su madre. El ser gigante sonrió y dijo que su segundo deseo se había concedido. A partir de ese momento, el trabajo de su padre se redujo a la mitad y tenía más tiempo para pasar con su familia.
Para su tercer y último deseo, Sofía decidió que quería ayudar a otros niños que estuvieran pasando por situaciones difíciles como ella. El ser gigante asintió con la cabeza y dijo que su deseo se había concedido. A partir de ese momento, Sofía se convirtió en una defensora de los derechos de los niños y dedicó su tiempo a ayudar a otros en situaciones difíciles.
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Con el tiempo, Sofía se dio cuenta de que el ser gigante era más que un simple guardián del bosque. Era un amigo y un mentor, alguien que siempre estaría allí para ayudarla a enfrentar cualquier obstáculo que se presentara en su vida. Y aunque nunca volvió a ver al gigante, su influencia siempre estaría presente en la vida de Sofía, recordándole que siempre hay esperanza y que el amor y la bondad pueden superar cualquier dificultad.