Es normal que en las cercanías del cierre del año hagamos una evaluación retrospectiva sobre lo que hicimos y que en ese análisis hagamos un repaso de las cosas que disfrutamos. Más específicamente si somos lectores lo común es que pensemos en los libros que nos gustaron más, esos que sobresalieron por alguna razón en los últimos 12 meses, así que en este post hablaré de mis libros favoritos de este año 2022 que casi termina.

Primeramente quiero aclarar que no consideré para esta evaluación los libros que ya había leído antes. Me gusta releer libros con frecuencia y este año en particular releí varios de Eduardo Sánchez Rugeles, releí Seda de Baricco, Nada de Janne Teller- Olga de Chiara Zocchi y muchos otros que guardan un lugar especial en mi corazón y pensé que si los incluyo en la lista cada vez que los lea sería casi la misma lista un año tras otro porque por algo son mis favoritos. En conclusión que mencionaré los libros que más me gustaron de los que descubrí en 2022, es decir los que no conocía y leí por primera vez este año en el que comencé con nuevas lecturas de Svetlana Alexiévich y Alice Munro a quienes ya conocía y descubrí a Chimamanda Ngozi quien con me maravilló con su Todos deberíamos ser feministas porque en pocas palabras y de forma muy sencilla explica lo que es el feminismo y por qué más que una tendencia de unos pocos debería convertirse en una filosofía general.

También leí por primera vez a dos autores venezolanos, Rodrigo Blanco Calderón y Federico Vegas. Este último me emocionó con su Falke, ese episodio desconocido para mí de la historia de Venezuela contado como una gran aventura y Blanco Calderón me recordó a Sánchez Rugeles con The Night, su primera novela, en la que muestra una sociedad, una realidad y una época crítica en la historia contemporánea de Venezuela que conocí de primera mano.

Al repasar los títulos de los libros que leí en el año, me di cuenta de la gran cantidad de ellos que son del sello Anagrama y es que por algo es mi editorial favorita. La mezcla de ciencia y literatura de Benjamín Labatut en Un verdor terrible fue de mis favoritos del año, igual que la novela a tres voces de Martín Kohan, Confesión, primer encuentro con este autor argentino. Pude conseguir y leer dos historias desconocidas para mí de uno de mis autores favoritos, el italiano Alessandro Baricco, que me hizo suspirar con su Mr. Gwyn y Tres veces al amanecer, el segundo un spin-off del primero, historias nostálgicas, con aire de leyenda, pero sobre todo con una impresionante calidad literaria. Ya conocía a Andrés Barba, pero no me emocionaba tanto con una de sus novelas desde La hermana de Katia y su República luminosa es de lo mejor que han dado las letras españolas en los últmos años, una narración vertiginosa que recomiendo a todo el mundo por esa mezcla de inocencia y crueldad, la ciudad y lo salvaje, la línea moral que divide el bien y el mal; misma línea que atraviesa Jean-Claude Romand en El advesario de Carrère, un excelente libro en la onda de A sangre fría de Truman Capote.

Dos crónicas a medio camino entre ficción y realidad me deleitaron a pesar de contar historias trágicas: Voces de Chernobyl de Svetlana Alexiévich cuenta el desastre de la central nuclear en los años ochenta recogiendo el testimonio de los habitantes del pueblo, soldados, autoridades, las esposas de los trabajadores, etc., y Los suicidas del fin del mundo de Leila Guerriero nos trae una curiosa y dramática historia desde un pueblo perdido en la Patagonia Argentina. También leí a otra gran autora, Delphine de Vigan, quien me conmovió con Las gratitudes y me impactó con Nada se opone a la noche.

Me rendí a los pies de Lectura fácil de Cristina Morales, una polifonía maravillosa que reinventa el lenguaje y habla sin pudor ni censura de temas y tabúes a través de cuatro personajes femeninos diferenciados y bien marcados. Finalmente terminé de leer (me tomó meses) las historias verídicas de Creía que mi padre era Dios, una antología dirigida por Paul Auster que recoge cientos de breves historias escritas por habitantes de los EEUU y tuve mi primer encuentro con Annie Ernaux, la última ganadora del Premio Nobel de Literatura, y la dura anécdota que cuenta en El acontecimiento. Me encantó lo de Cho Nam-joo y su Kim Ji-young, nacida en 1982, otro libro necesario y con un enfoque feminista, pero sin duda mi libro favorito del último trimestre fue la épica americana con ecos biblícos de John Steinbeck Al Este del Edén, esa catedral literaria sobre el dilema constante del hombre que se debate permanentemente entre el bien y el mal.

Cierro el año 2022 con 92 libros leídos en los que hubo un poco de todo: filosofía, ensayo, libros clásicos, feminismo, crónicas, periodismo, cuentos, poesía, pero principalmente novelas porque definitivamente lo mío es la narrativa. Ahora bien, una narrativa mundial porque leí historias de la más diversa procedencia: novelas japonesas, cuentos rusos, historias de Corea del Sur, de Italia, España, Alemania, Bielorrusia, Polonia, Venezuela, Uruguay, Francia, Argentina, EEUU, China, México, incluso leí autores de Austria, Dinamarca, Portugal, Canadá... si no hay mejor nave que un libro, como dice la frase de Emily Dickinson, este año prácticamente le di unas cuantas vueltas al mundo a través del papel, experiencia que recomiendo todo el tiempo a quienes quieren leer y no lo hacen o a quienes disfrutan al sumergirse en un libro. Y ustedes amigos lectores, ¿cómo les fue este año? ¿cuáles fueron sus lecturas favoritas del 2022? ¿cuáles de esos libros me recomiendan? Los leo en los comentarios.

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