De los 92 libros que leí en 2022 este fue el último. Lo tenía pendiente desde hacía unos cuatro o cinco meses cuando lo compré en una tienda de libros de segunda mano, pero había quedado relegado debido a los préstamos que seguí solicitando en la Biblioteca hasta que decidí enfocarme más en mis libros propios y menos en los préstamos (aunque igual agradezco enormemente el servicio).

Publicada originalmente en 2016 y escrita por Cho Nam-joo, Kim Ji-young, nacida en 1982 es la historia de una mujer que representa a todas las mujeres. Ji-young tiene 33 años, lleva el nombre más común entre las mujeres coreanas nacidas en 1982 y ha llevado una vida normal, como la de cualquier otra mujer de su generación, no sólo en Corea sino en buena parte del mundo. La historia inicia en 2015 cuando de forma repentina Ji-young comienza a hablar como su madre y también como una amiga muerta, pero no sólo es que se exprese como ellas sino que realmente pareciera que estuviera poseída por el espíritu de estas otras mujeres. El narrador, cuya identidad sólo se conocerá al final, inicia entonces el relato de la vida de Ji-young desde su nacimiento, pasando por su infancia, adolescencia y juventud, mostrando además el contexto social, histórico y familiar que fue cambiando durante los poco más de treinta años de vida de la protagonista hasta que, en el último capítulo, volvemos a la actualidad y nos enteramos de qué le depara el futuro a esta joven madre.

Kim Ji-young, nacida en 1982 es una novela feminista, pero no panfletaria. Una de las cosas que más me gustó es que la autora indica a través de anotaciones la procedencia de ciertos datos y estadísticas que son mencionadas en la novela. Son hechos, no opiniones. Sin embargo no es que se valga de ellos para rebuscar motivos en la trama, sino que sencillamente la verdad es que Ji-young tuvo la vida que tuvo por una única razón: por ser mujer.

Es cierto que en la actualidad las mujeres han ganado espacios de igualdad, en el voto, en el reconocimiento de algunos derechos, pero aún queda mucho trabajo por hacer y hasta no hace mucho tiempo atrás ser mujer parecía una condena. Para ser una mujer de bien había que comportarse de tal o cual manera, no hacer esto ni aquello, ser femenina, lucir siempre impecable, no ser demasiado inteligente porque los hombres se intimidaban, darse su puesto, no se podían desear o aspirar ciertas cosas, había que ser madre, había que dedicarse a las tareas del hogar, cocinar, lavar, planchar, ser apoyo para el esposo, ¡ah porque había que casarse además! y tanto en Corea como en todo el mundo, millones de mujeres vivieron su vida bajo esta estructura. Millones siguieron esos lineamientos porque no conocían otra realidad, porque siempre había sido así, porque no sabían ni creían que podían ser y hacer algo diferente. Y millones de mujeres que sí lo sabían y lo creían, fueron condenadas por ello, juzgadas, rechazadas y tildadas de nombres poco amables.

A todo ello hay que sumar los abusos sexuales, verbales y psicológicos, la objetivización sexual del cuerpo femenino, las desigualdades laborales que abarcan sueldos inferiores, cargos inferiores e incluso tareas denigrantes. Muchas de estas cosas le pasaron a Kim Ji-young y a millones de mujeres durante muchos años y tristemente en muchos países aún siguen ocurriendo.

Ahora bien, también hay que decir que el hecho de que la historia de esta protagonista sea tan general, tan global, provoca que al mismo tiempo que se convierte en la historia de todas las mujeres se convierte en la historia de ninguna. Es decir, a medida que se van contando todas estas cosas empezamos a simpatizar con todo el género femenino, pero perdemos de vista a Ji-young y nos cuesta conectar emocionalmente con ella a nivel individual porque cada anécdota suya es un acontecimiento colectivo.
Dicho eso, por supuesto que vale la pena leer Kim Ji-young, nacida en 1982; es más, diría que es necesario promover la lectura de libros como este porque creo que buena parte de nuestra sociedad (masculina) desconoce lo que es nacer y crecer como mujer en una sociedad patriarcal y para romper con una estructura tan arraigada en el imaginario colectivo es necesario primero señalar los aspectos que no están bien, difundir información, dar a conocer, debatir y construir entre todos una sociedad más igualitaria y reivindicativa con las mujeres. Aunque el libro no es muy viejo ya comienza a considerarse un clásico feminista y millones de personas lo han leído, ¿alguno de ustedes ha tenido la oportunidad? Los leo en los comentarios.

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