Historia del cerco de Lisboa: reescribir el pasado

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Fotografía de mi galería personal

El año pasado se conmemoró el centenario del nacimiento de José Saramago, uno de los escritores más destacados de la Literatura contemporánea que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1998 por - en palabras de la Academia Sueca - su capacidad de «volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía».

En el marco de esa conmemoración releí Caín y leí por primera vez su ensayo El nombre y la cosa, con la idea de releer otras de sus novelas y acercarme a las pocas obras suyas que aún no había leído. Una de estas últimas era precisamente Historia del cerco de Lisboa, novela que cuenta la historia de Raimundo Silva, un revisor de textos que trabaja en una editorial y que un día, revisando un libro histórico sobre la historia de Portugal, decide introducir un No donde debiera aparecer un . Pareciera poca cosa, pero esta negación contradice un hecho incontrovertido de la historia del país y por tanto subvierte la historia: en el siglo XII los Cruzados ayudaron al rey portugués a arrebatarle Lisboa a los musulmanes. Así lo dice la Historia, pero Raimundo, al corregir el libro recibido indica que los Cruzados No ayudaron al Rey. Al darse cuenta del equívoco, sus superiores lo reprenden, pero se dan cuenta de que no fue por descuido sino que hay una intención, una consciencia de contar la historia de esa forma, así que una de sus jefas le sugiere que escriba ese otro libro, ese qué hubiera sido si para dar rienda suelta a su invención y contar la historia que Raimundo quiere contar.

A pesar de mencionar varias veces que no es un escritor sino un corrector y que por tanto su talento creativo no está a la altura, Raimundo escribe una gran novela dentro de la novela en la que describe lo que era Lisboa en el siglo XII, habitada por los moros y lo que podrían haber hecho los cristianos portugueses sin la ayuda de los caballeros cruzados. A través de este ejercicio Raimundo deja de ser sujeto pasivo de la historia y comienza a participar de ella.

Es cierto que el inicio de la novela puede parecer lento a quien no está acostumbrado a leer a Saramago, pero también es cierto que la novela mejora mucho cuando hace entrada la jefa de Raimundo, la misma que le sugiere escribir esa historia alterada. Se llama María Sara, es quince años menor que él y además de darle un motivo para escribir, la presencia de María Sara hará tambalear otro cerco en la vida de Raimundo, ambos tendrán que derribar sus muros, amarse el uno al otro porque “el amor es el fin del cerco”, el amor derriba el cerco de la soledad.
Otro aspecto en el que también gana la novela con la aparición de María Sara es en las conversaciones que sostienen entre ellos los protagonistas. Son diálogos desafiantes, interesantes, edificados sobre un lenguaje flexible, armónico, amplio y tal como lo expresa la misma María Sara, hay que hacer “gimnasia mental” para seguirlas y ese es uno de los aspectos que más disfruto en las novelas de José Saramago, la forma que tiene de utilizar las palabras, el ritmo de sus narraciones, de los diálogos. Leo las novelas en el mismo español que hablo a diario, pero pareciera que Saramago - al ser traducido - utilizara un español diferente.

A quienes no hayan leído al Nobel Portugués debo advertirles una cosa: Saramago no utiliza signos de puntuación. Es decir, se limita al uso del punto y de la coma. Nada más. No hay guiones, comillas, signos de interrogación ni exclamación, cuenta todo mezclando narración y diálogos en un único bloque separado por comas (sí, utiliza el punto y aparte) y sus capítulos no llevan ningún tipo de numeración. Pero lo asombroso es que a pesar de ello logra que el lector haga las inflexiones en su voz cuando corresponde y la lectura fluye como si todos esos signos estuvieran allí. Quizás cueste un poco al principio, pero una vez que se le ha tomado la maña, como dicen en mi tierra, el goce lector es mayúsculo.

José Saramago falleció en 2010 a los 87 años de edad, pero su legado permanece y aún vive a través de sus libros. Su estilo, su lenguaje, su visión del mundo, son elementos particulares, únicos, especiales. Leer a Saramago no es comparable a nada más, es por eso que algunos hablan de saramagia cuando se refieren a lo que provoca la lectura de su obra. Desde que leí Las intermitencias de la muerte por allá en el año 2013 me enamoré de su forma de escribir. A la fecha he leído más de una veintena de sus libros, incluyendo cuentos, ensayos, poesía y catorce de sus novelas; mi intención es leer este año los títulos que me faltan en esa categoría que son curiosamente cuatro de sus primeras cinco obras: Levantado del suelo (1980), Memorial del convento (1982), El año de la muerte de Ricardo Reis (1984) y Terra do pecado (1947) que fue recientemente publicada por primera vez en español en 2021 por Editorial Alfaguara bajo el nombre de La viuda. Queda claro que Saramago es uno de mis escritores favoritos, pero no conozco a otra persona que lo haya leído tanto o que le guste tanto como a mí ¿alguno de ustedes ha tenido la oportunidad de leer alguno de sus libros? ¿qué les pareció? Los leo en los comentarios.


Reseñado por @cristiancaicedo


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2 comments
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De Saramago he leído Ensayo sobre la ceguera, una obra fantástica y muy humana de la que es imposible despegarse una vez empiezas a recorrer sus páginas. Está entre esos escritores a los que considero mejor leer con pausa y detenimiento, dedicando el tiempo y la atención que se merecen, pues como bien dices, primero hay que acostumbrarse a su estilo para que la lectura sea más fluida, razón por la cual he empezado otros de sus libros y no he pasado del primer capítulo, ya que en el momento buscaba algo menos enrevesado.

Excelente reseña, como siempre, @cristiancaicedo. Saludos.

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Es cierto, hay que dedicarse al introducirse en sus obras, sobre todo si se le ha leído poco. Te recomiendo Las intermitencias de la muerte y El hombre duplicado, son grandes novelas suyas, o si te van los temas religiosos Caín y El Evangelio según Jesucristo son maravillosas también. Saludos y muchas gracias por leerme.

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