Vamos a suponer que soy negativa, que me encanta quedarme en mi zona de confort y que estoy llena de miedos.

Y digo vamos a suponer porque este será un ejercicio para despojarme de creencias y rebuscar en mí, como si alguien de autoridad me hiciera énfasis en que tengo esos elementos. Yo de entrada los refutaré y expondría hechos significativos de mi existencia que hablan de valentía en la toma de decisiones audaces, que enfrentan las imposiciones sociales, mi lema de «calle, calle», para no quedarme encerrada, porque no me gusta y cómo he resuelto situaciones venciendo el miedo; pero para este ejercicio asumiré lo contrario. ¡Juguemos!

Fuente: Galería de Gifs de Peakd

Soy negativa

Nos invitan a un cumpleaños en un lugar que queda a hora y media de distancia. No tenemos vehículo, por lo que debemos utilizar el transporte público, es domingo y esos días este se hace pesado.

De entrada me niego y empiezo a sacar excusas, comenzando por esa del transporte. A cada negativa, surge una propuesta: que pueden traernos, vuelvo a negarme, no quiero que nadie que esté bebiendo nos venga a traer, ni tampoco generar molestias. No estoy dispuesta a quedarme valoro mucho el confort, dormir en mi cama.

La última vez que fuimos me salí a dormir en un mueble porque la cama matrimonial, que me habían asignado, en la oscuridad, sentía cuerpos que iban cayendo a mi lado, y fue muy incómodo. Me levanté, hay familias que se acostumbraron a reunirse y todos se tiraban al suelo, «una noche se pasa como sea», dicen; pero yo no estoy acostumbrada a eso, menos a esta edad. Me sigo negando, pero no me cierro del todo, vamos con la promesa de que nos regresaremos por nuestros propios medios, a las 5 de la tarde.

La otra persona sabe que una vez que esté involucrado en la dinámica de la reunión le va a costar salirse, entonces trato de convencerle de que vaya solo, que yo no tengo inconveniente en quedarme viendo alguna serie, leyendo un libro, pintando, tejiendo, lo que sea, inclusive si desea quedarse hasta el otro día, no hay ningún problema; pero insiste en que nos invitaron a los dos, que se vería feo, que yo no asistiera, que es un desaire.

En este caso me presento como una persona negativa, pese a haber tenido buenas experiencias en ese lugar, porque es una casa con un patio grande y ha sido agradable en las otras oportunidades, pero cuando llega la noche es incómodo por la cantidad de personas que suelen quedarse y dónde cada uno se acomoda a su manera, en cualquier lugar.

Me juego la última carta: ellos nunca vienen acá, siempre nos toca a nosotros ir a sus cumpleaños, pero ellos no vienen a los nuestros, que no tenemos cómo ofrecer hospedaje, se me aclara y entonces se me propone que nos llevemos las hamacas y que colguemos en el patio, aclaro que es época de lluvia y si hay algún animal que me vuele a la hamaca y que no sé dormir a la interperie. Toda esta diatriba trae el que termine cediendo, porque sí, una noche se pasa como sea, porque no seré yo la que con mi negativa afecte lo que la otra persona realmente desea: compartir con su familia.

Fuente:Galería de Gifs de Peakd

Me encanta quedarme en mi zona de confort.

No tengo experiencias de juventud y creo que de niñez tampoco, en las que pernoctara en otros sitios, durmiera en camas ajenas: se me hace muy incómodo este hecho, sobre todo cuando no hay mucha privacidad. En una oportunidad me ofrecieron que dormiríamos tres mujeres en una cama matrimonial. Yo no sé dormir ni conmigo misma, cómo iba a dormir con esas dos mujeres ¿y si roncan? y para pararse uno en la noche en casa ajena.

En estos casos prefiero mi cama o a los lugares donde viajo, alquilar un cuarto de hotel donde sé que voy a tener privacidad, y por supuesto en las casas de mis hijos, ya sé que tengo un lugar destinado para dormir y allí no hay problema.

Mis miedos

Fuente: Galería de Gifs de Peakd

Yo no diría miedo como tales, sino experiencias previas, hace muchos años visité con parte de la familia un lugar del estado Zulia. Un tío nos consiguió una casa para que nos quedáramos, en una localidad que se llamaba El Moján.

Primero nos dijo que durmiéramos cada uno con un palo, que la zona era peligrosa, antes de acostarnos mis tías cerraron muy bien aquella casa, yo tenía asignado un chinchorro. Los niños del lugar se acostaron, sin ningún problema poniendo sillas juntas y otros en colchonetas; pero yo esa noche no lograba pegar los ojos, el calor insoportable y la plaga no me dieron paz.
En la madrugada se apareció el tío y nos preguntó qué hacíamos encerrados allí, que nos iba a matar el calor, que saliéramos a dormir al corredor, sacamos todos las colchonetas y nos acostamos en ese corredor donde corría una brisa fresca y dormí. En lo que estaba amaneciendo una tía me despertó para que no me perdiera ese maravilloso amanecer, yo lo que quería era dormir, ella me preguntaba qué me sugiería esa vista, pero mi musa poética no había nacido todavía, pasé ese día borracha de sueño.
En algunos momentos no está mal ser negativos, preferir la zona de confort ni tener miedo. Creo que nadie es positivo cien por ciento.

Gracias por tu amable lectura.

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