Cuando llegó Hive a mi vida, mi rutina cambió. Si tenía ocasión, adelantaba algo en mi oficina, ya allí no revisaba casi redes, sino Hive y así, entre una actividad, intercalaba mi escritura con mis otras actividades. En esas horas eran mis horas de relajación cuando lo hacía, en el momento que pudiera, no tenía una hora fija. Pero lo que sí era fijo y lo sigue siendo, era revisar en las mañanas mis notificaciones y, si tenía chance de responder mis mensajes, eso le ponía una nota bonita a mi día, porque mientras más mensajes, mayor alegría, porque sé que voy bien. Pero, luego de que me jubile, todas mis rutinas cambiaron de nuevo y viven en constantes cambios. Por ejemplo, cuando los niños están en clases, mi mejor momento del día es cuando estoy sola en casa. Tomo mi café de las mañanas y mi laptop y escribo.

Todo esto sí, por supuesto, no hay algo que tenga que hacer: alguna reunión escolar o diligencia personal, por nombrar alguna de mis ocupaciones aparte. Cuando esto sucede, mi rutina diaria cambia, entonces Hive queda relegado para el momento en que llego a casa, tomo un baño, reposo y me siento a crear contenido, que puede ser por la tarde e incluso noche. Ahora los fines de semana son otro cuento; los sábados generalmente son mi día de compras y eso comienza bien temprano, pero mi mejor momento y que no cambia, sea cual sea, el día es en la mañana. Cuando me levanto, me aseo y sostengo mi taza de café, de allí voy con todo a lo que sea.

Pero los domingos son otra historia; los inicio como todos los días con mi taza de café y como siempre dando gracias a Dios por un nuevo día, esto es mi rutina ineludible todos los días; con la diferencia que este día lo dedico a Dios por las mañanas, es mi día personal en donde comparto con personas muy gratas, diferentes actividades en mi iglesia aparte del servicio. Puedo decir que comparto mi mejor momento del día con otras personas y eso me renueva y me llena de energía para la semana, podría decir que mis mañanas de domingo son muy edificantes, por nutrirme de esa parte espiritual y tranquilidad que me energiza los pensamientos, aparte de compartir con mis amistades otras actividades que me llenan de risas y sabor, como compartir un rico helado o postre. Esto me deja lista para empezar una nueva semana desestresada y feliz.