En[cita]siones 010: "El precio real de las cosas", por bonzopoe

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El primer trabajo que tuve fue en unas vacaciones de verano, años antes de entrar a la universidad, en un pequeño supermercado de barrio de unos amigos de mis padres. Era el que despachaba refrescos, galletas, quesos y carnes frías, y aunque fue solo por un par de meses, me volví muy bueno con la báscula y la rebanadora. Estaba en el turno de la tarde, y me tocó conocer a toda la gente del barrio que solía comprar en el establecimiento. Fueron buenos tiempos.

Mi segundo trabajo fue justo antes de ingresar a la universidad, en una tienda de partes de colisión, o sea de partes de la carrocería de vehículos. Me tocaba atender en piso a clientes, estar pendiente de las existencias en la bodega, y de atender por la radio a los vendedores de otras sucursales que necesitaban piezas. Fue un trabajo duro, pero no me puedo quejar, la pase bien y aprendí mucho.

Estos dos trabajos formales, más cosas de fin de semana o de ocasión, me enseñaron lo que cuesta ganar el dinero, y a cuidarlo y no gastarlo a lo tonto. Recuerdo que en ambos casos gasté mi dinero en equipo de audio, una de mis pasiones. Y recuerdo que recorrí todas las tiendas de la ciudad, y probé todos los equipos que pude, antes de elegir en cual iba a gastar ese dinero ganado, literalmente con el sudor mi frente.

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Nunca he sido alguien apegado a lo material y al dinero, pero a pesar de eso siempre he cuidado mucho como, y en que lo gasto. La vida, con las malas rachas que me ha tocado vivir, me ha enseñado a ser ahorrador y precavido, y de vez en cuando me topo con frases con las que comulgo mucho precisamente por estos aprendizajes.

Recuerdo que viendo una entrevista que le hicieron al ex-presidente de Uruguay, José Mujica, este decía que uno no paga las cosas con dinero, sino con el tiempo que invierte en ganar ese dinero, uno paga las cosas con tiempo de vida, y me pareció una gran verdad.

Y ahora me he topado con la siguiente cita de Henry David Thoreau, que plantea con diferentes palabras lo mismo:

El precio real de algo es la cantidad de vida que entregas a cambio"


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Henry David Thoreau
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En este época de superficialidad y materialismo, y donde el que más tiene parece ser mejor que los demás, esta es una de las cosas que ayuda a poner en contexto el valor de las cosas que se dan y que se reciben. Porque no es lo mismo que alguien a quien le sobra al dinero porque lo heredó de su familia y nunca ha trabajado por el, te regale algo, a que lo haga alguien que tuvo que sacrificar cosas para poder ahorrar y ser capaz de comprarte lo mismo.

El regalo recibido es el mismo, pero su valor depende de quien lo recibes y el precio real que esa persona tuvo que pagar para poder dártelo. Este tipo de cosas son difíciles de enseñar a los hijos, pero considero que cada vez son más indispensables en un mundo en que el dinero y las cosas materiales parecen ser cada vez más importantes para todos.

Las personas no valen por lo que tienen, sino por lo que son, no valen por sus propiedades y poder adquisitivo, sino por su calidad humana y por sus valores. Y las cosas no valen por su exclusividad o lujo, sino por lo que nos aportan, por lo que mejoran nuestra calidad y experiencia de vida. No lo más caro o lujoso es necesariamente lo mejor, y algo no tiene que ser caro para ser valioso para nosotros.

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El mejor ejemplo nos lo dan los niños, que a veces se divierten más con las cajas en que vienen sus juguetes, que con los juguetes mismos. Aprender que las cosas valen por el esfuerzo puesto en ellas, ya sea para elaborarlas y/o adquirirlas, más que por su mero valor monetario, es algo que incluso a veces olvidamos, y acabamos pagado de más por cosas superfluas, mientras regateamos por otras a las que no les damos su justo valor.

Al gastar nuestro dinero hagamos el ejercicio de visualizarlo como el tiempo que invertimos para ganarlo, y verán que hay cosas que no lo valen. Verán que hay cosas que no valen las horas que estamos pagando por ellas, sobre todo cuando esas horas son unas que pudimos haber pasado con nuestra familia y/o seres queridos, o haciendo algo que amamos y nos hace felices. No es gratuita la frase de que lo mejor que podemos regalarle a alguien es nuestro tiempo.

Seamos tantito menos superfluos, menos materialistas, y valoremos más aquello hecho con amor y sacrificio, que aquello hecho por una gran empresa para vendernos la ilusión de que somos mejores solo por el hecho de adquirir sus productos. Valoremos las cosas no por lo que dicen que nos aportan, sino por lo que nos aportan realmente, verán que el dinero les rinde más y serán más felices. Muchas gracias por leerme y hasta la próxima.




©bonzopoe, 2024.

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Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


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