A veces olvido que no tiene que haber una razón para escribir, así como no tiene que haber una razón para disfrutar del mar, la luna o las estrellas. Sin embargo la presión, muchas veces autoimpuesta, de crear contenido que diga y/o transmita algo de valor, nos hace estar preocupados por sobre que escribir, más que por el acto de escribir en si.

Y si bien el fondo siempre es muy importante, en el ámbito de la creación literaria no lo es siempre, y en el ámbito de la expresión literaria, o sea la expresión a través de la escritura, mucho menos. En la literatura la forma muchas veces es fondo, ya sea porque se funde con este, o porque el fondo es solo un pretexto, un esqueleto para la forma, que muchas veces es lo que realmente importa.

Escribir por el gusto de escribir, es como la práctica de caminar sin rumbo fijo, por el simple gusto de caminar y ver que descubrimos en el trayecto, lo que los franceses llamaban ser un 'flaneur'. Escribir muchas veces es igual, uno escribe por el gusto de hacerlo, y así como los pasos al caminar, una palabra tras otra poco a poco nos van llevando a un lugar aún por descubrir, que no pocas veces es mejor que cualquier otro destino que hubiéramos planeado.

La escritura terapéutica básicamente consiste en eso, y parte de la poesía también. Es como lanzarse al mar para ver que te encuentras, es como caminar a ciegas y percibir el mundo de una manera distinta. La única pega que tiene esto es que no siempre lo que se escribe puede ser de utilidad para los demás, aunque casi invariablemente si lo es para quien escribe.

Así que en vez de estarte preocupando por sobre que escribir, simplemente hazlo, ve a donde te llevan tus palabras, y si al final consideras que lo escrito puede ser valioso para los demás, compártelo. El primer beneficiado de tus textos debes ser siempre tu, y después los demás, y este no es un acto egoísta, es más bien de lógica y sentido común.

Lo quieras o no, lo que escribes es una proyección de quien eres, y verte a través de tus palabras, y/o dejar salir a través de ellas lo que llevas dentro, siempre tendrá un impacto en ti, antes que en los demás, eso es inevitable, y casi condición necesaria de un texto con valor.

Escribir no es una flecha que va al sitio al que apuntamos, es más una hoja que soltamos al aire y que seguimos a ver donde aterriza, esa es parte de su magia, pero también de sus riesgos, pero de eso se trata escribir. Escribir es una manera de dialogar con uno mismo, y por eso a veces revela partes de nosotros que desconocíamos, tanto buenas como malas, por eso es tan terapéutico, y a veces tan desafiante.

Démonos siempre la oportunidad de escribir sin esperar nada a cambio más que la satisfacción y el disfrute de hacerlo, que lo demás ya llegará solo, si es que tiene que llegar, y la honestidad de lo escrito con total sinceridad y transparencia, créanme que juega favor. Muchas gracias por leerme y hasta la próxima.

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.