Escrito en la piedra | Segunda parte [Esp - Eng]
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Escrito en la piedra | Segunda parte
Escrito en la piedra: primera parte
Martín se resignó a ser arrojado con los demás, pensando que el guardia que lo estaba arrastrando en algún momento les daría la espalda y así, él podría mirar a Tony y tratar de comunicarse con él de alguna forma, pero lamentablemente el hombre se sentó justo enfrente suyo, en una especie de banco natural que ofrecía la caverna.
Colocó sus codos en sus rodillas y entrelazó los dedos. Su cabeza quedó levemente inclinada hacia el piso, pero sus ojos se dirigían justo a los ojos de Martín. El hombre esbozó una sonrisa irónica e hizo un movimiento de negación con la cabeza, como si estuviese diciendo “pobre iluso” con sus gestos.
Martín le quitó la mirada de encima, porque, aunque no tenía intención de armar un escándalo ya que sabía que no iba a lograr nada, tampoco quería mostrar una sumisión extrema. Así que hizo lo poco que pudo, que era mirar a su alrededor.
Alcanzaba a ver lo que parecían unas sombras de hombres a unos veinte metros, pero no estaba seguro porque las luces eran demasiado tenues como para formar un contorno definido en aquella penumbra.
Miró a Tony y al otro chico, ambos tenían la cabeza apoyada en la pared de la cueva, y a un costado, algo más alejada, había una chica de contextura muy pequeña que no paraba de llorar. Su cara estaba empapada en lágrimas, ya que sus hombros le alcanzaban para secar tan solo una parte de sus mejillas y sus manos estaban atadas detrás de su espalda, como las de todos los demás.
Martín empezó a pensar que ni porque Cecilia acudiera a socorrerlos podría salvarlos, y le hubiese encantado poder decirle: “ni lo intentes”, que al menos una pudiera salvarse. Pero mientras pensaba eso, vio que Tony se deslizó un poco hacia un costado como queriendo acomodarse, y el guardia automáticamente se paró y fue hacia él.
- ¿Qué haces flaco? - Le dijo con un tono amenazante.
Tony se acomodó un poco más, pero no podía responder por la cinta que tenía en la boca.
- ¡QUIETO! – Dijo el guardia.
Y como Tony se siguió moviendo, lo agarró de un brazo y empezó a arrastrarlo hacia algún lugar. El corazón de Martín se retorcía una vez más.
Pero de pronto, cuando menos lo pensaba, el chico saltó de un susto porque sintió que alguien le tocó el hombro. Era Cecilia, había llegado de alguna manera hasta ahí y ya había desatado las manos y los pies de la otra chica. Ahora iba a ayudarlo a él.
Martín entendió todo: Tony estaba intentando distraer al guardia.
Mientras, la chica que antes lloraba, estaba ayudando al otro chico, y en menos de tres minutos, eran cuatro personas libres, o mejor dicho aptas para intentar recuperar su libertad.
Los cuatro se quedaron sentados, porque ninguno sabía cuál sería el próximo paso ni si Cecilia contaba con un plan. Hicieron de cuenta que seguían amarrados, mientras el guardia golpeaba a Tony, pero Martín no aguantó más y salió corriendo a atacar al guardia.
Cecilia no pudo evitar emitir un grito para detenerlo, pero toda esa secuencia ya había generado que fuera demasiado tarde como para pasar desapercibidos. Así que entre Martín y el otro chico, golpearon al guardia, desataron a Tony, y en cuestión de segundos, los cuatro estaban corriendo tras Cecilia.
- ¿Sabemos a dónde estamos yendo? - Gritó Tony.
- ¡Encontré una salida! - Dijo Cecilia.
Ella tenía la idea de volver a aquel lago y alcanzar la puerta que daba al parque, pero no sabía cuántos guardias había ni tampoco tenía noción de la ubicación de todas las cámaras de seguridad.
Cuando estaban a lo que ella creía que era mitad de camino, un hombre apareció de la nada y se paró frente a ellos. El hombre tenía puesto un guardapolvo y parecía recién salido de un hospital.
Cecilia dejó de correr y empezó a caminar hacia el hombre. Nadie entendía nada. No sabían quién era aquella persona, ni mucho menos si era un enemigo.
- Trajiste a las personas equivocadas, sus nombres no están escritos- le dijo el hombre a Cecilia en voz muy baja, pensando que los demás no escucharían.
Martín y Tony se miraron y guardaron silencio.
Cecilia miró al grupo y luego, nuevamente a aquel sujeto. Negó con la cabeza y respondió en un tono lo suficientemente fuerte como para que todos escucharan:
¡No los quise traer! ¡Caímos en la cueva por tropezar en el parque! Los otros dos, no sé cómo llegaron acá.
Cecilia, respondió el hombre, ¿entendés que ahora vamos a tener que meterlos en las incubadoras como a los demás? No pueden salir de acá, al menos no con vida.
¿Qué? - Dijo Cecilia.
Vos sí, le respondió el hombre. Ellos, van a tener que pasar a formar parte del grupo de prueba.
¡No! ¡Te dije que renunciaba a esto, papá!
Martín se quedó más petrificado de lo que estaba, al igual que Tony. Cecilia, al parecer, también. Hubo un silencio que recorrió cada ínfima grieta de aquella cueva y cada célula de los cuerpos de todos los presentes.
Cecilia empujó al padre, que cayó al piso, golpeándose en la cabeza. Cecilia lo miró.
- Te dije que no podía más con esto - susurró mientras lo miraba intentando incorporarse. Y automáticamente giró la mirada hacia el grupo y les dijo que la siguieran.
Corrieron a toda velocidad detrás de ella, que estaba dirigiéndose a aquella puerta que había encontrado bordeando el lago, hasta que llegaron allí.
Cecilia les explicó que tenían que tener mucho cuidado porque creía que el lago estaba contaminado con algún tóxico letal.
Mientras caminaban con extrema cautela, escucharon el sonido de pisadas a toda velocidad y el grito de: ¡Ahí están!
Así que todos empezaron a apurarse, pero la chica resbaló, y quedó justo al lado del agua. Cecilia se apresuró un poco para abrir la puerta, y en cuanto lo logró, tras indicarles a los chicos que salieran por allí, bajó a toda velocidad para ayudar a la muchacha, pero lamentablemente, debido a la rapidez con la que estaba desplazándose en aquella caverna, una mala pisada la condujo a aquella laguna de agua cristalina.
La chica a quien estaba intentando ayudar la vio, como pudo se acercó a donde estaba Cecilia y le extendió una mano para socorrerla.
Creo que es demasiado tarde - Dijo Cecilia.
¡Solo lo sabremos si puedes salir de ahí! - Respondió la chica.
Así que, tras un momento en el que los segundos eran su peor enemigo y al mismo tiempo su más importante recurso, ambas lograron trepar por la caverna.
Martín estaba sosteniendo la puerta, que presentaba un increíble contraste entre la luz del parque y la oscuridad de aquel hueco inmenso bajo la tierra.
- ¡Se escapan! ¡Dispara! - Gritó un hombre
Y un sonido estrepitoso hizo que toda la caverna vibrara al son de las balas, que no paraban de apuntar a las dos muchachas, que luchaban contra la gravedad para poder salir de allí.
Martín llamó a los chicos para que sostuvieran la puerta, y salió al auxilio de su amiga.
Con mucha dificultad logró tomarle la mano, primero a una, y luego a la otra, y así las rescató. Así, los tres salieron por aquella puerta que, tras cerrarse, desapareció.
Algunas personas miraban la escena anonadadas, completamente perdidas y confundidas, pero ellos no pensaban dar explicaciones.
Martín miró a Cecilia, que se retorcía en el suelo como si fuese un insecto rociado con una gran cantidad de insecticida.
- Agua, chicos, llévenme al agua - Balbuceó.
Así que el chico desconocido, que era corpulento, la levantó y lo más rápido que pudo la llevó a la única fuente que conocía en aquel parque. Mientras, Martín llamaba a una ambulancia para Cecilia, y para la otra chica, que había recibido dos balazos en una pierna.
Después de unos días, cuando Cecilia empezó a recuperarse, Martín se atrevió a preguntarle a su amiga qué había sido todo aquello.
Cecilia lo miró con unos ojos que dejaban en claro que no podía hablar. Pero solo le dijo una cosa:
- Casi todos los habitantes de este pueblo terminarán siendo todos ratas de laboratorio porque sus nombres están tallados en la caverna.
- ¿Qué? - Dijo Martín con expresión de asco y sorpresa en su rostro.
- Váyanse y díganles a sus seres queridos que se muden a otro lugar. No hay otra salida. - Respondió Cecilia.
- ¿Y vos?
Su amiga le pidió que la llevara con él y Tony. Le explicó que su padre estaba muy metido en una investigación que llevaba más de una década y que estaba siendo cada vez más agresiva.
Insistió en no contarle más, ya que la vida de los dos, correría peligro.
Martín informó a Tony y ese mismo día empezaron a preparar el plan de huida. No supieron nada más de los otros dos chicos, pero la chica logró recuperarse y fue dada de alta antes que Cecilia.
Ahora, Martín tenía un nuevo propósito: alertar a aquel pueblo con discreción para salvarles la vida.
Ahora sí, hola a todos!! Me he dado cuenta de que me gusta lanzar directamente el escrito cuando se trata de cuentos o relatos.
Espero que estén teniendo un hermoso día, y que les haya gustado la continuación de esta historia!
Que continúen hermosa la jornada!
Muchas gracias por pasar por acá!
Con cariño,
English
Written in the stone | Part two
Written in the Stone | Part One
Martin resigned himself to being thrown in with the others, thinking that the guard who was dragging him would at some point turn his back on them, and so he could look at Tony and try to communicate with him somehow, but unfortunately, the man sat right in front of him, on a sort of natural bench that the cavern offered.
He placed his elbows on his knees and interlocked his fingers. His head was slightly tilted towards the floor, but his eyes were directed right into Martin's eyes. The man gave a wry smile and made a shaking motion with his head as if he was saying "poor deluded man" with his gestures.
Martin took his eyes off him, because, although he had no intention of making a fuss as he knew it would accomplish nothing, he didn't want to show extreme submission either. So he did what little he could, which was to look around.
He caught a glimpse of what looked like shadows of men about twenty yards away, but he wasn't sure because the lights were too dim to form a definite outline in that gloom.
He looked at Tony and the other boy, both had their heads leaning against the cave wall, and off to the side, a little farther away, there was a girl with a very small frame who kept crying. Her face was soaked in tears, as her shoulders were just enough to wipe only a part of her cheeks and her hands were tied behind her back, like everyone else's.
Martin began to think that even if Cecilia came to their aid, she couldn't save them, and he would have loved to be able to tell her: "don't even try", that at least one of them could be saved. But while he was thinking that, he saw that Tony slid a little to the side as if he wanted to get comfortable, and the guard automatically stood up and went to him.
- What are you doing? he said with a threatening tone.
Tony got a little more comfortable, but he couldn't answer because of the tape in his mouth.
- DON'T MOVE! - Said the guard in a loud and scary voice.
And as Tony kept moving, he grabbed him by the arm and started dragging him somewhere. Martin's heart twisted once again.
But suddenly, when he least expected it, the boy jumped with a start because he felt someone tap him on the shoulder. It was Cecilia, she had somehow gotten there and had already untied the other girl's hands and feet. Now she was going to help him.
Martin understood everything: Tony was trying to distract the guard.
Meanwhile, the girl who was crying before was helping the other boy, and in less than three minutes, they were four people free, or rather fit to try to regain their freedom.
The four remained seated because none of them knew what the next step would be or if Cecilia had a plan. They pretended that they were still tied up, while the guard beat Tony, but Martin could not stand it any longer and ran out to attack the guard.
Cecilia couldn't help screaming to stop him, but that whole sequence had already made it too late to go unnoticed. So between Martin and the other boy, they hit the guard, untied Tony, and in a matter of seconds, the four of them were running after Cecilia.
- Do we know where we're going? shouted Tony.
- I found a way out! said Cecilia.
She had the idea of going back to that lake and reaching the gate that led to the park, but she didn't know how many guards there were, nor did she have any notion of the location of all the security cameras.
When they were what she thought was halfway there, a man appeared out of nowhere and stood in front of them. The man was wearing scrubs and looked like he had just come out of a hospital.
Cecilia stopped running and started walking toward the man. No one understood anything. They didn't know who this person was, let alone if he was an enemy.
- You brought the wrong people, their names are not written down, said the man to Cecilia in a very low voice, thinking that the others would not listen.
Martin and Tony looked at each other and kept silent.
Cecilia looked at the group and then back at the man. She shook her head and answered in a tone loud enough for everyone to hear:
I didn't mean to bring them! We fell into the cave from tripping in the park! The other two, I don't know how they got here!
Cecilia, - answered the man, do you understand that now we're going to have to put them in the incubators like the others? They can't get out of here, at least not alive.
What? said, Cecilia.
You do, answered the man. They're going to have to become part of the test group.
No! I told you I was giving this up, Dad!
Martin was more petrified than he was, as was Tony. Cecilia, it seemed, too. There was a silence that ran through every tiny crevice of that cave and every cell of the bodies of everyone present.
Cecilia pushed her father, who fell to the floor, hitting his head. Cecilia looked at him.
- I told you I couldn't take it anymore - she whispered as she looked at him trying to sit up. And automatically she turned her eyes to the group and told them to follow her.
They ran at full speed behind her, who was heading for that door she had found along the lake until they got there.
Cecilia explained that they had to be very careful because she believed the lake was contaminated with some lethal poison.
As they walked with extreme caution, they heard the sound of footsteps at full speed and the cry of There they are!
So they all started to hurry, but the girl slipped and was left right next to the water. Cecilia hurried a little to open the door, and as soon as she succeeded, after telling the boys to go out that way, she went down at full speed to help the girl, but unfortunately, due to the speed with which she was moving in that cavern, a bad step led her to that lagoon of crystal clear water.
The girl she was trying to help saw her, and as best she could, she approached Cecilia and extended a hand to help her.
I think it's too late, said Cecilia.
We'll only know if you can get out of there! - replied the girl.
So, after a moment in which seconds were their worst enemy and at the same time their most important resource, they both managed to climb out of the cavern.
Martin was holding the door, which presented an incredible contrast between the light of the park and the darkness of that immense hole under the earth.
- They're escaping! Shoot! a man shouted.
And a resounding sound made the whole cavern vibrate to the sound of the bullets, which did not stop aiming at the two girls, who were fighting against gravity to get out of there.
Martin called the boys to hold the door and went out to help his friend.
With great difficulty, he managed to grab the hand of the first one and then the other and thus rescued them. Thus, the three of them went out through that door, which, after closing, disappeared.
Some people looked at the scene dumbfounded, completely lost, and confused, but they did not intend to give explanations.
Martin looked at Cecilia, who was writhing on the floor as if she were an insect sprayed with a large amount of insecticide.
- Water, guys, take me to the water - she stammered.
So the unknown boy, who was burly, lifted her up and as fast as he could carried her to the only fountain he knew of in that park. Meanwhile, Martin called an ambulance for Cecilia, and for the other girl, who had been shot twice in the leg.
After a few days, when Cecilia began to recover, Martin dared to ask her friend what had happened.
Cecilia looked at him with eyes that made it clear that she could not speak. But she only told him one thing:
- Almost all the inhabitants of this town will end up being lab rats because their names are carved in the cavern.
- What? Martin said with an expression of disgust and surprise on his face.
- Go and tell your loved ones to move somewhere else. There is no other way out, Cecilia answered.
- What about you?
Her friend asked her to take it to him and Tony. She explained that her father was deeply involved in an investigation that had been going on for more than a decade and was becoming more and more aggressive.
She insisted on not telling him anymore, as both of their lives would be in danger.
Martin informed Tony and that same day they began to prepare the escape plan. They heard nothing more about the other two boys, but the girl managed to recover and was discharged before Cecilia.
Now, Martin had a new purpose: to alert that town discreetly in order to save their lives.
Now hello everyone!!! I've realized that I like to jump right into the writing when it comes to short stories.
I hope you're having a lovely day, and that you liked the continuation of this story!
I hope you continue to have a beautiful day!
Thank you so much for stopping by!
With love,
Translated with www.DeepL.com/Translator (free version).
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Great!! 😊
Oh Belu es la primera vez que leo uno de tus relatos. La verdad me mantuviste con la intriga durante toda la lectura, ¡Vaya forma de narrar! Wow 😱. Estoy completamente fascinado. ¡Maravilloso! Te envío un saludo desde la distancia ❤️
Qué lindo leer esto de vos!! Considero de gran calidad tus escritos, así que es un honor que me digas esto!! Gracias Moises!! 😊
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