No dejes que un mal momento defina tu día

Estos días son muy particulares, hay cosas por hacer, organizar reuniones, horarios para poder reunirse con amistades, pasar uno que otro día diferente a lo que ha sido la rutina durante todo el año, saben de lo que hablo. Pero no siempre las cosas van a salir como las esperamos, obviamente, van a ser diferentes y muchas veces nos encontraremos con obstáculos, momentos incómodos, eso forma parte también de nuestros días.

Hay días en los que todo parece fluir de manera perfecta, pero en cambio hay otros en los que, de repente, un pequeño momento lo complica todo.Un tropiezo, una discusión, un comentario fuera de lugar o algo tan simple como olvidar algo importante pueden transformarse (si lo permitimos) en una nube que oscurezca el resto del día. Me llegó a pasar y, seguro, a ustedes también. Es increíble al mismo tiempo que absurdo cómo algo tan breve puede intentar tomar el control de todo.

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Pero en este punto me quiero detener, y es que aunque ese momento ocurra, no significa que deba definir cómo termina nuestro día, supongo que esto tiene bastante lógica. A veces, le damos demasiado poder a lo negativo, como si fuera un imán que nos arrastra sin darnos cuenta. Y no lo juzgo del todo (aunque insisto, no tiene lógica), es algo humano, algo que nos pasa porque somos sensibles a lo que nos rodea, pero ¿de verdad queremos permitir que algo tan pequeño nos robe horas de paz?

Ayer, sin ir muy lejos, tuve un instante que parecía destinado a estropearme el día. Algo tan trivial como botar parte de mi café sobre mi uniforme, y tener que cambiarme, me puso de mal humor al moento. Fue uno de esos momentos en los que piensas: ¿Por qué a mí, justo ahora?. Estuve a punto de dejarme llevar por esa sensación, pero me detuve, respiré y decidí no quedarme atrapado ahí. Es interesante destacar cómo *un poco de consciencia puede cambiarlo todo.

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Y es que no es tanto el momento, sino cómo reaccionamos a él. A veces, simplemente necesitamos recordarnos que no todo merece tanta atención. Si algo no salió como querías, no pasa nada; la vida sigue. Ese café derramado no debía definir cómo iba a sentirme el resto del día, y estoy seguro que en más de una oportunidad ustedes han podido pasar por algo similar.

Creo que la clave está en pausar. Sí, pausar. Detenerte un segundo para pensar si ese problema es tan grande como parece. Quizás no lo es. A veces, un respiro, un pequeño cambio de perspectiva, puede ayudarte a superar cualquier cosa. ¿Qué tal si nos damos un momento para salir a caminar, escuchar música o simplemente enfocarte en algo que nos haga sentir bien?

Es algo que aprendí con el tiempo, y no porque me lo dijeran, sino porque he vivido días en los que dejé que el enojo o la frustración me guiaran. Esos días terminan siendo pesados, como si cargáramos un saco lleno de piedras, pero, de verdad, no vale la pena.

¿Y saben qué? Todo esto me confirma que los momentos complicados no son tan importantes como parecen. Lo que importa es cómo los enfrentamos. Si algo te hace tropezar, no significa que todo esté perdido. Puedes caer, claro, pero siempre puedes levantarte y seguir caminando, lo hacíamos cuando éramos niños, ¿no deberíamos mantenerlo presente siendo adultos?

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Así que cuando un momento te complique el día, respira. Pregúntate si realmente vale la pena dejar que eso te afecte. Si la respuesta es no, deja que pase. Sé bien que es más fácil decirlo que hacerlo, pero vale la pena intentarlo. Y si algún día lo logras, verás que incluso el peor de los días puede transformarse en algo mucho mejor.

Al final, los días no son perfectos, pero tampoco tienen que serlo. Lo importante es que, pase lo que pase, podamos decidir cómo queremos vivirlos, que sea nuestra potestad desde la razón, controlar las emociones que un mal momento nos pueden generar y no dejar que gobiernen ni un momento de nuestras vidas.

¿Quién dice que un mal momento tiene que durar más de lo necesario? Yo creo que no tiene por qué. Que tengan todos un bonito día, una muy buena semana.