Mi hija prestada

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Cuando asistimos a las clases de Salud en el colegio nos enseñan que "la Familia es la base de la sociedad" y se comienza a desglosar los lazos familiares entre dos o más personas que se relacionaban en principio y exclusivamente a través de la sangre, pero con el pasar del tiempo y debido a la dinámica de la sociedad actual este concepto ha sido diversificado y ampliado para dar paso a nuevos desafíos reales de nuestra vida diaria.

Les comparto una crónica de la vida real entre dos personas adultas que convergieron su vida en una historia de amor furtivo con las ilusiones que un par de jóvenes puedan tener a sus 25 años de vida.

Ya iniciaba el año 2000 y la ansiedad por saber lo que deparaba el nuevo siglo signado con los presagios de fin de Mundo no dejaba mucho margen para preocuparse por el futuro a largo plazo sino vivir el momento, así se inicia una relación afectiva entre 2 universitarios al final de sus estudios y en un entorno de celebración en un bar citadino.

Luego de 5 años de encuentros amorosos y alta pasión llegó el momento inesperado, pero infaltable entre destellos de alegría y emociones diversas la noticia de que un nuevo ser comenzaba a desarrollarse dentro de ella y producto de una "historia de amor" que conveníamos en mantener pese a cualquier circunstancia.

La pequeña ya tenía 12 años y la relación era muy estable entre todos, pero por cuestiones del destino y situación económica nos separamos momentáneamente con la esperanza de una reunificación familiar en un tiempo corto.

Su madre también debió alejarse de ella para buscar la sostenibilidad económica en otro país y allí comenzó estrepitosamente el descalabro familiar. Por una parte yo no conseguí estabilidad financiera para la reunificación, ella consiguió una nueva pareja que le ofrecía la comodidad económica y sentimental en otro país, con posibilidad de cumplir el sueño americano de cualquier latinoamericano con falta de oportunidades en su país de origen o tal vez para ponerse a la par en el mismo nivel de otras amistades que ya lo habían logrado en los Estados Unidos de América.

La niña pronto a cumplir sus 15 años ya vivía inmersa en "su propia vida" con sus ilusiones y metas ya trazadas que nos desvinculaban cada día más y más. El día de su celebración de 15 primaveras yo me hice la ilusión de estar presente a través de una video llamada, el padre no está hoy aquí presente físicamente, pero bailará parte del Vals de 15 años tradicional, me lo imaginaba así. Sin embargo, no sucedió de esta manera y pude aferrarme a la idea que no pasó porque no lo planificamos. Eso es lo que quería creer, pero mi corazón ya me lo estaba advirtiendo desde hace unos meses atrás: ya no somos familia.

Aquí comienzo a comprender que a los miembros de una familia no los une básicamente los lazos de consanguinidad, como se suele definir que la hija y sus hermanas tienen la misma sangre de la mamá y el papá, sino que deben prevalecer otros vínculos familiares como: amor incondicional, responsabilidad económica y emocional, respeto y consideración, dedicación y tiempo compartido, honestidad y comunicación directa entre todos los miembros de la familia principal (padre, madre y los hijos).

Increíblemente en apenas 2 años la relación padre-hija ya había menguado, y en 1 año más ya estaba verificado que teníamos un distanciamiento con muy pocas probabilidades de revertir, sin contar con el factor "madre", que también estaba planificando su vida particular de forma paralela con otra persona que le ofrecía mayor estabilidad financiera y emocional.

En resumidas cuentas, ellas 2 se encuentran en el polo norte, viviendo el sueño americano y mi hija ya tiene 30 días sin comunicarse conmigo a pesar que a diario publica en sus redes sociales una fotografía de las maravillas turísticas que visita, demostrando el desínteres que siente por uno de los dos "seres que le dieron la vida" y que durante los 12 primeros años de vida estuvo intermitentemente en su transitar por esta vida que nos tocó vivir.

Por eso he titulado "Mi hija prestada", para hacer referencia a que cada uno de nosotros es dueño de su propia vida y su destino será enmarcado dentro de las acciones que vamos tomando con decisiones acertadas o no, según las situaciones que se nos presentan día a día. La libertad es una fuente incontrolable de acciones que nos pueden parecer o buenas o malas, pero que ninguna otra persona va a tener dominio absoluto sobre esas acciones, uno mismo como ser pensante y actuante es capaz de discernir entre lo uno y lo otro, así que si no le nace hacer una llamada o enviar al menos un mensaje es una señal clara e inequívoca que ya no existe ningún lazo familiar, ningún vínculo familiar y tal vez es solamente una historia que terminó sin un punto final.

Relato basado en la vida real @anecdotas
Crédito de esta imagen de @odinzero




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