Luego de unas merecidas vacaciones, el descanso en casa con la familia, las cenas y los momentos compartidos, el deber llama, las responsabilidades vuelven y toca asumir la vuelta a la rutina que ya hemos establecido.

Sinceramente, siento que el tiempo pasó volando y a la vez lento, es raro de explicar pero creo que se debe a que extrañé mucho a las personitas con quienes tengo el privilegio de compartir cada día en la universidad.

Mi vuelta a la normalidad no sólo incluía regresar para terminar el semestre, sino que también debía desempacar, limpiar, organizar mi cuarto y ponerme al día con el pedacito que me pertenece acá en este apartamento.

Me ha costado retomar, sobre todo por haber descuidado mis horarios de sueño en estas festividades. Sin embargo, estoy contenta de haber iniciado las clases, la parte que más me ha gustado toda mi vida de estudiar es tener cerca a mis amistades, ya son tan especiales que se convirtieron en mi familia. Hoy a pesar del sueño que podía tener, disfruté de los reencuentros, los abrazos fuertes después de un tiempo, las risas y también reanudar las materias.

Guardar fotos como estas con el paso del tiempo se ha convertido como en una pequeña tradición, cada que empieza, se retoma o termina un semestre nos tomamos fotos de grupo para el recuerdo. Eso me hace pensar en lo relativo y volátil del tiempo y en lo importante que es brindárselo a otros. Ya estoy a nada de empezar otro semestre, esta vez el 4to y me emociona pensar que con el favor de Dios en un abrir y cerrar de ojos será Octubre y les estaré contando que estoy a mitad de la carrera.

Como les digo, el tiempo pasa volando y eso que parece que comencé ayer...